Dos palmeras imponentes enmarcan el
portón, al lado de un letrero que nos explica: "Comunidad
del Sur, experiencia cooperativa integral". Volvemos después
de cinco meses: en Uruguay es pleno verano, el efecto es intenso.
Teniendo aún en los ojos la monotonía del invierno,
impresionan los matices de verde, las huertas y los cultivos
ordenados. El paisaje se encuentra movido y entre los árboles
adivinamos el complejo central y la morada, las habitaciones
de dos pisos y la pagoda para los encuentros. Los predios más
recientes son ejemplos de arquitectura biológica y tienen
los muros perimetrales en ladrillos hechos de paja y tierra.
La comunidad queda en la extrema periferia de Montevideo, inmersa
en un barrio popular. A mirada perdida, bajas construcciones
en prefabricado grueso, los techos frecuentemente en lámina.
Las descargas abusivas de basura, dejan señales evidentes
de degradación.
Rubén fundó la Comunidad con un grupo de universitarios
de la Facultad de Bellas Artes mucho antes de que en Berkeley
se produjeran las fatales chispas. Corría el año
55, y el primer núcleo surgió al lado de la Ciudad
Vieja, en el entonces popular Barrio Sur. Desde aquel tiempo
en el grupo ha habido profundas transformaciones, aparecieron
nuevas generaciones, la sede cambió muchas veces de lugar.
Los años de la dictadura vieron la comunidad resistir,
pasando una violenta persecución que al fin le habría
obligado a un largo exilio en Suecia. En los años 90,
se retoma una experiencia única desde muchos puntos de
vista. Encontramos a Rubén en un taller pequeño,
que había hospedado recientemente un seminario ecológico.
Al lado hay una exposición de los libros editados por
Nordan, la editorial de la Comunidad. Charlar con él
significa atraparlo en el incesante timbre del celular, y cortar
por un tiempo la cadena de compromisos que como cada día
lo mantendrá ocupado hasta tarde en la noche.
"¿Cuál fue tu primer contacto con el
anarquismo?".
"Es difícil contestarte porque el hecho se pierde
en la memoria. Yo creo que el relámpago originario está
vinculado al encuentro con el movimiento estudiantil. Tenia
15, tal vez 17 años, y estaba en la secundaria. La relación
se profundizó cuando empecé a participar activamente.
Tengo además un recuerdo que sobresale en mi infancia,
y que tiene que ver con los acontecimientos ocurridos en España,
con lo que fue llamado la Guerra Civil Española, o Revolución
Española, un cambio de terminología que implica
una distinta interpretación de los acontecimientos históricos".
"¿Cómo se presentaba el movimiento libertario
en los años 50?".
"Los centros universitarios eran lugares vivos: encuentros,
confrontación, pero también diversión.
Éramos jóvenes estudiantes, algunos, como yo,
también trabajadores. Empecé a laborar muy temprano,
a los 12 años, y aún no he parado
Esto me
permitió adquirir una visión de la realidad distinta:
era capaz de mantenerme y gestionar mi vida. La búsqueda
de autonomía provocó que mi encuentro con el anarquismo
fuera muy intenso. Quería conocer, aprender. No tengo
un origen intelectual; mis padres eran trabajadores, campesinos
expulsados de España por, entre otras cosas, el militarismo.
Mi experiencia está vinculada a la vida de barrio. Más
tarde me integré en el grupo estudiantil, en el cual
encontraba mis amigos. Era una prueba viviente de la estrecha
relación que unía en aquellos años los
estudiantes al movimiento obrero.
Entre el fin de los años 40 y el inicio de los 50, los
movimientos libertarios tuvieron en Uruguay un gran seguimiento.
Los anarquistas tenían influencia en los sindicatos autónomos,
los cuales se inspiraban en el sindicalismo revolucionario,
en oposición a los reformistas. A nivel estudiantil,
obrero y barrial, estábamos orgullosos de militar fuera
de los partidos. Nuestras organizaciones exprimían posiciones
independientes, lo que nos conducía a la elaboración
de una nueva cultura, a una búsqueda centrada en las
distintas formas asociativas. De aquí se originan los
ateneos populares, las escuelas libres, la universidad popular
Había cursos de todo tipo.
Ese contexto exprimía una energía muy fuerte,
que involucraba jóvenes que, como yo, estaban empezando
a militar. Comencé a acercarme al mundo del teatro, a
las artes plásticas y a tomar contactos que prepararon
mi ingreso a la escuela de Bellas Artes. Comprendí entonces
la relación que vinculaba la creación artística
con la creación social. La posibilidad de hacer de la
vida misma una obra de arte. No se trataba de afiliarse, sino
de ponerse en juego. Teníamos claro que no existían
modelos: igual que para un cuadro, una escultura o la música,
también la creación social precisaba encontrar
nuevas vías. Precisaba superar la repetición de
formas instituidas y aburridas. Esto me recuerda lo que Malatesta
escribió respecto a la libre experimentación".
"Especialmente en Europa, la crisis del movimiento
anarquista se generaliza al terminar de la Revolución
Española. Por tus palabras me parece comprender que en
Uruguay la evolución fue diferente: ¿cómo
se desarrollaron los hechos en el periodo sucesivo al advenimiento
de la dictadura?".
"Lo que decís me hace pensar
En efecto nosotros
recibimos entonces una inmigración muy cualificada. Los
libertarios que llegaron de España fueron a su vez precedidos
de los exiliados del fascismo italiano. Entre ellos se nombraban
Luigi y Luce Fabbri. Los exiliados encontraban en Uruguay un
ambiente favorable, fértil, lo cual habría producido
semillas. Por otro lado la Revolución Española
nutrió nuestro imaginario colectivo. Nosotros cantábamos
'Hijo del pueblo', 'Negra tormenta', 'A las barricadas' y el
entusiasmo nacía del encuentro con gente que había
luchado por sus ideas hasta las ultimas consecuencias. Esto
nos transmitía una gran fuerza.
El evento fundamental para la evolución sucesiva fue
la Revolución Cubana. El guevarismo en realidad representaba
lo opuesto a lo que nosotros creíamos. Más que
una revolución animada por movimientos populares, más
que el método autogestionario, Cuba seguía el
mito del grupo heroico. La insurrección se transformaba
en una apoteosis de figuras excepcionales. 'Los padres de la
patria', 'los padres de la Revolución', 'los padres del
socialismo'. Nosotros, en cambio, no queríamos padres,
sino que queríamos ser padres de nosotros mismos. La
Revolución Cubana, que aún así merecía
nuestro apoyo como reacción a una dictadura sangrienta,
polarizó la opinión de la gente. Prevalecía
la idea de que el cambio debía ser consecuencia de la
acción armada de unos pocos, que subiendo a la Sierra
Maestra habrían liberado al pueblo. Esta interpretación
que negaba la heroicidad de la vida cotidiana adquirió
mucha fuerza, y habría inspirado a las guerrillas latinoamericanas.
En el caso uruguayo inspiró a los Tupamaros, que nosotros
veíamos aún con simpatía, y con los cuales
en alguna medida colaboramos. Su lógica también
conducía a debilitar las instancias de autonomía
del tejido social, y a concentrarse en las formas militares
estratégicamente eficaces. Estaban convencidos de ser
los únicos en condiciones de provocar el cambio. Así
terminamos en una situación con pocas vías de
salida: si tuviéramos mala suerte y perdiéramos,
seriamos derrotados; si tuviéramos la suerte de ganar,
igualmente seríamos derrotados. Visión que surgía
de la conciencia de encontrarse frente a procesos que serían
traducidos en nuevas estructuras de poder".
"El mito del comandante, del jefe máximo, del
padre de la revolución: dinámicas que representan
la antitesis de la visión anarquista de la vida social.
¿Cómo ha podido ocurrir que muchos anarquistas
encontraran en la Revolución Cubana un modelo a seguir?".
"Los anarquistas son personas; como los demás;
son influenciables. Pienso en Foucault, en su reflexión
sobre la 'tecnología del yo'. Muchos compañeros,
a pesar de su adhesión a la idea de la democracia participativa,
estaban involucrados en el sistema de valores del 'poder pastoral'.
Desde este punto de vista, la sociedad sería un rebaño
conducido hasta el bien por los sabios, los cuales comprenden
el sentido de la historia y de la ética. En el imaginario
cristiano la auto percepción negativa está muy
presente: 'soy un pobre ser pecaminoso, y para redimirme preciso
alguien que me ayude a conocerme, me asigne una penitencia y
me libere'. Este pensamiento sobre la interioridad se traduce
en una forma particular de entender las relaciones. La Revolución
Cubana era interpretada como el advenimiento de apóstoles
que habrían rescatado a la humanidad. Unos anarquistas
pensaron que había llegado el momento de unirse a ellos,
pero se identificaron con los pastores.
La idea de la división entre los dirigidos y los directores
genera un equívoco fundamental. La gente, sin actuar
en primera persona, busca alguien que pueda mejorar sus condiciones
y la Revolución Cubana, como antes la Rusa, ocupó
este espacio mental: 'las ideas anarquistas son interesantes,
pero se precisa acelerar la historia: es un tren que no se puede
perder'. En la Revolución Española fue necesario
acelerar el tren haciendo al mismo tiempo la historia. Pero
la historia se hacía realmente con la gente y con los
sindicatos ocupando fábricas y tierras, creando colectividad.
También en España todo eso se produjo con el trámite
de la toma del poder. La dinámica proponía el
dilema libertario: mantener una línea coherentemente
anti autoritaria aceptando los riesgos inherentes, o adherir
a la lógica del compromiso.
La Federación Anarquista que habíamos armado en
el año 55 vivió plenamente el conflicto. Nos dividimos
entre los que pensaban que era necesario seguir el camino pastoral
y nosotros, convencidos de que la autogestión no se puede
decretar. Algunos empezaron a pensar que en el proceso fuera
imprescindible la insurrección armada de las vanguardias.
El cambio fue gradual, y bajo la influencia del guevarismo se
acentuó la idea de una dirección estructurada.
La Federación, en contradicción con su alma federalista,
hubiera debido centralizarse. Eso lo destruyó todo.
Nosotros estábamos convencidos de la necesidad de poner
en marcha procesos fundados en una concepción ética
y de insertarlos en un movimiento vivo, tratando de contaminar
la sociedad. De esos presupuestos nace la Comunidad del Sur.
Nos proponíamos concretar los ideales de igualdad y sociabilidad
en un espacio liberado. Un espacio donde experimentar las ideas
que aún hoy nos inspiran cuando hablamos de anarquismo".
"¿Entonces lograste en el intento crear un espacio
liberado y liberador?".
"Lo alcanzamos por momentos. Ahora sé que es imposible
mantener en el tiempo y en un mar de autoritarismo niveles tan
radicales. En seguida la lucha entre la gestión directa
y la estructura de dominación se agudizó. Como
diría Luigi Fabbri, 'aumentó la tensión
entre acción revolucionaria y acción contrarrevolucionaria'.
La dictadura militar fue una expresión de esta lucha.
La idea de la toma del poder para la realización de la
sociedad libre y la de la conservación violenta del poder
tienen en común el mecanismo de uso. Lo que se niega
es el proceso de creación social. Proceso que no creo
que ningún grupo guerrillero pueda favorecer, ya que
método y condiciones son de dominación y gestión
vertical. La revolución está en otro lugar. La
revolución está en el cambio de las relaciones
sociales.
La Comunidad en sus momentos más brillantes representó
un espacio donde realizar lo mejor que juntos pudimos exprimir.
Los resultados fueron inciertos porque la autogestión
no puede garantizar nada. No hace falta 20, 1.500 o 7.000 Che
Guevara; precisan otros tipos de personas. Se trata de un proceso
de construcción diferente. Respecto al arte, Picasso
fue único. Pero en el arte africano los Picasso no emergen:
la gente precisa apretar un lindo objeto en las manos y esto
es suficiente para crear. Hasta que no se produzca un cambio
cultural, ninguna comunidad o sindicato podrá estabilizar
un espacio liberado y liberante. Esto pasa porque las creaciones
anarquistas, grandes o pequeñas, nacen inactuales. Nacen
prematuras, contracorriente y sin tener los anticuerpos que
le aseguren la supervivencia. Se desarrollan en un ambiente
contaminado que genera un riesgo constante de destrucción.
La comunidad es un taller para la revolución en el cual
se realiza, se fracasa, se reconstruye. Nacen ideas y experiencias,
pero las experiencias degeneran, y así precisan ser regeneradas.
El proceso autogestionario necesita ser incesantemente adecuado
a la situación contingente; creo que las palabras clave
sean 'autonomía' y 'creatividad permanente'".
"Este discurso remite a las 'celebraciones' por el
45o aniversario. Entonces hablamos de la tendencia a hacer de
la Comunidad un mito, poniendo los compañeros que viven
en ella en una situación difícil. ¿Cuál
es, desde tu punto de vista y en las varias fases, el aporte
real que alcanzaste portar al exterior?".
"Yo estoy convencido de que todo es dialéctico:
la comunidad, como cualquier otra realización, se debate
entre la posibilidad de lo nuevo y la resistencia de lo viejo.
En el grupo, como en el interior de cada persona y en lo ambiente
donde la experiencia se desarrolla, ocurre el conflicto. Una
de nuestras ideas fundamentales se refiere a una sociedad donde
la propiedad sea superada. Hablar de propiedad colectiva es
una contradicción: los bienes de la naturaleza deben
estar al alcance de todos y distribuidos mediante formas organizativas
concebidas colectivamente. Hemos vivido con orgullo el hecho
de haber mantenido libre acceso a los bienes fundamentales para
la vida. Tomabas lo que necesitabas para comer. Eras dueño
de las máquinas para la producción, de los instrumentos
educativos para tus hijos. En la comunidad no había formas
de propiedad individual: tanto en lo político como en
lo económico. He vivido esta situación en lo concreto,
experimentando cómo la propiedad es un impedimento a
las libres relaciones humanas. Otro aspecto que me parece significativo
se refiere a lo que llamamos paternidad compartida. En
este sentido la Comunidad realizó una experimentación
muy rica y profunda, que mudó su carácter varias
veces en el tiempo. Buscábamos crear una alternativa,
en cuanto nos parecía que, en particular la familia nuclear,
es un instrumento de transmisión de la dominación.
La Comunidad favorecía el libre proceso de desarrollo
de la personalidad infantil con el tramite de sus métodos
educativos, y la superación de las tareas fijas de los
padres.
"?Piensas que los resultados de esta experiencia fueron
realmente comunicados al exterior?".
"No es frecuente para nosotros la sensación de
que los demás comprendan. Eso depende de la real disponibilidad.
Experimento la resistencia a aceptar el discurso sobre la propiedad
porque la gente que nos observa quiere ser propietaria. Quiere
cerrarse en su propia familia, sin particulares investigaciones
sobre la educación alterativa: el sentimiento más
profundo de resistencia al cambio se refiere a la propiedad
de los hijos y a la sagrada familia. Resistencia que
también se manifestó en nuestro interior. Este
discurso esta vinculado en la fe en el amor libre y en las preguntas
que esto plantea. Si las uniones se fundan en el amor recíproco,
o quizás en las propiedades, los compromisos, los hijos.
La propiedad debilita las potencialidades de relación
de las personas, aumentando el riesgo de quedar juntos por las
necesidades materiales o porque se ve a los hijos como la prolongación
de nosotros mismos. Dinámicas que caían en pedazos
en la practica cotidiana de la vida comunitaria.
Incomprensiblemente, se nos ofrecieron muy pocas posibilidades
para hablar de nuestra experiencia. Los anarquistas, que deberían
ser nuestros interlocutores naturales, demostraban escaso interés.
La pregunta '?que le pasa a un grupo de seres humanos que comparten
la propiedad?' podía ser puesta sólo a una tribu
amazónica. Nosotros precisábamos la confrontación,
pero nunca en las conferencias internacionales alcanzamos fijar
el discurso en las relaciones humanas".
"Paradójicamente la pregunta sobre el amor libre
te la hicieron los militares".
"Sí, es una paradoja. Los militares sabían
de nuestro grupo; estando yo detenido, pensaron sacarse unas
curiosidades. Su expectativa hacia el amor libre era meramente
pornográfica. Lo que aún no representa una visión
rara. Los hombres en particular parecen convencidos de que en
una condición comunitaria podrían llevar a cabo
todas sus fantasías. Se les hace la boca de saliva
Era noche entrada, no sé que hora sería, porque
estaba en incomunicado. Se presentó al portón
de la celda un grupo de oficiales. Me pidieron que me vendara
los ojos, y entraron. Manos atadas, completa oscuridad, empezaron
a hacer insinuaciones sobre las costumbres de la comunidad.
Luego me preguntaron de hablar del amor libre. Contesté
con una segunda pregunta: '?y ustedes conocen una forma de
amor que no sea libre?.' Se produjo un silencio espeso,
dijeron un seco 'buenas noches', y salieron".
"Hemos hablado de la familia como si existiera solo
la tradicional. El ultimo articulo de Luce Fabbri trataba este
tema. ¿Entonces vivir el anarquismo en la familia es
una aberración o una potencialidad?".
"Esta discusión con Luce tiene una larga historia.
Creo que es posible que una pareja con características
muy particulares pueda llegar a crear a su interior un espacio
libertario. En general todavía el amor pasional dura
poco. Cuando nosotros pensábamos en crear una alternativa
no nos referíamos tanto al placer individual como a la
función de transmitir la cultura a las nuevas generaciones.
Crear una cultura que se origine en la solidaridad y a autonomía
como valores básicos".
"Déjame comprender: ¿estas diciendo que
Luce en realidad hablaba de su familia, poniéndola como
un paradigma?".
"La familia es actualmente el lugar en el cual se perpetúan
los mecanismos de dominación. Su estructura es incompatible
con la necesidad de abrirse a funciones sociales más
amplias y con un proceso de desarrollo equilibrado de la personalidad
infantil. Actualmente y en general la familia es un foco de
violencia".
"¿Cómo era tu familia de origen?".
"Fue una familia como la de Luce Fabbri: rica en comunicación
y en relaciones. Pienso que mis padres tenían un proyecto
individual que coincidía con un proyecto colectivo. Una
modalidad armónica de enfrentar la vida y educar a los
hijos, pero eso fue más una casualidad que un reflejo
de la norma. La Comunidad representó una tentativa de
crear un espacio alternativo a la familia. Pero la gente no
está habituada al hecho de que alguien salga de los recorridos
establecidos, ni a la gestión de las relativas contradicciones.
Recibimos criticas muy duras, y también en nuestro interior
se formó una fuerte resistencia. Si en las asambleas
el clima se hacía tenso, si chocábamos entre nosotros,
al final se colaboraba porque necesitábamos garantizar
la supervivencia. En realidad la libre experimentación
es aceptada por la sociedad sólo en el ámbito
técnico científico. Cuando un grupo decide organizase
y educa sus hijos de una forma alterativa, aparece un montón
de dificultades.
Respecto al '¿qué hacer?', no son tan importantes
las respuestas unívocas, cuanto la practica de búsqueda.
Si cada uno se hace la pregunta, se inventarán mil formas
y recorridos y se alcanzará una gran riqueza de soluciones.
Para nosotros la familia representa una estructura limitante.
En comparación con la comunidad comporta pobreza de modelos:
un padre, y una madre con los cuales se puede estar más
o menos de acuerdo. Además, ahora el mecanismo parece
trabado: la familia está en crisis. Los jóvenes
no tienen más referencias, no tienen modelos para imitar
o rechazar, así adhieren a los standardes propuestos
por la media. Nosotros habíamos pensado siempre que se
debían garantizar las condiciones para el pleno desarrollo
de las potencialidades humanas. La comunidad podía ofrecer
una pluralidad de modelos, de la cual los niños habrían
tomado para construir su propia personalidad".
"Hemos hablado de la familia tradicional y de la familia
harmónica, concluyendo que esta representa una excepción.
Desde este punto de vista se puede afirmar que también
la comunidad armónica representa una excepción.
Un ejemplo de ello está representado por los problemas
evidenciados por los hijos de la contestación. La mayor
parte de las experiencias comunitarias nacidas en Europa y USA
terminaron con un fracaso. Si el problema de la armonía
se pone también en la comunidad, ¿se puede afirmar
que esta, respecto a la familia, tenga mayores potencialidades?".
"La comparación es difícil, porque se refiere
a realidades con una historia muy diferente. La familia como
modelo ha demostrado históricamente su potencialidad
y sus limites. La comunidad aún no. Por otro lado, el
hecho de que una pareja hippie haya vivido 5, 6 o 11 años
con otros, no demuestra que haya madurado una real experiencia
comunitaria. Se trata de pequeñas experimentaciones,
trozos de vida de las personas. Respecto a las diferencias,
me parece interesante el ejemplo de los hijos de padres separados.
Si en la Comunidad los padres biológicos interrumpían
la relación personal, el niño estaba sostenido
por la riqueza de vinculaciones y relaciones que aquella vida
comportaba. La estructura social en el complexo no venía
comprometida y él podía seguir en el propio nicho,
con los mismos valores y seguridad de antes. El mismo hecho
en una familia nuclear se habría transformado en una
tragedia. Un proceso de socialización implica tiempos
de desarrollo adecuados. Los teóricos con los cuales
nos confrontamos, subrayaban como se podría hablar de
hijos de una experiencia autogestionaria solo llegando a la
tercera generación".
"En este sentido, ¿no te parece que en la vida
de barrio o de pueblo, cuando existe una sociabilidad fuerte,
se desarrollan formas de paternidad compartidas?".
"La paternidad compartida siempre existió. Mis
padres, quienes venían de un pequeño pueblo de
España, tenían muchos valores en común
con los que nosotros conscientemente tratamos de aplicar en
la comunidad. La prioridad en las relaciones que se da en una
sociedad a escala humana no es compatible con la vida en las
grandes ciudades, concentrada en el anonimato. Nosotros nos
preguntábamos cuales serían las dimensiones y
la tipología de asentamiento adecuados para una experiencia
social autogestionaria. La dimensión del barrio y el
pueblo parecen representar una posibilidad concreta. Las metrópolis
se adaptan mejor a la visión del mundo del fascismo,
porque producen violencia y de esa manera favorecen la emersión
de instituciones verticales y militares. Si queremos otra cosa,
tenemos que inventar ámbitos de vida que hagan concreta
la perspectiva de autogestión. La Comunidad del Sur,
como pequeño grupo, no puede ser el modelo. El modelo
es una comunidad de comunidades".
"Volviendo a la historia reciente del movimiento: ¿cómo
enfrontó y cuáles fueron las consecuencias dela
dictadura?".
"Gustav Landauer sostenía que la dictadura representa
una respuesta a una situación que amenaza la forma social
instituida. La dictadura en Uruguay dejó clara la debilidad
de los anarquistas, y de los movimientos sociales en general.
No tuvimos la fuerza para resistir, no solamente por el perfil
del enemigo, sino también por las carencias organizativas,
contradicciones y contraposiciones internas al frente de oposición.
No conseguimos elaborar una respuesta, y sufrimos los hechos.
Siguió la cárcel y el exilio: el fin del enemigo
pasó a ser nuestra eliminación. En aquella fase
más honda se revela la capacidad de resistir, más
duras son las amenazas. El movimiento sufrió muchísimo
con la dictadura, y se redujo a débiles formas, ligados
con vínculos inestables a los otros grupos. A la vuelta
de la democracia, se asiste a la plena represa a los partidos
tradicionales. Las fuerzas tradicionales adoptaron estrategias
de compromiso que debilitaron el potencial revolucionario.
Cuando la dictadura empezó a arruinarse, la izquierda
estuvo dispuesta a negociar la transición: la esperanza
de un cambio social se acabó. Como en España,
el Frente quedo unido y con una cierta fuerza hasta que fue
necesario combatirlo. Luego los partidos se concentraron en
la inminente gestión de los negocios de poder. Los anarquistas
mantuvieron una posición critica, pero no alcanzaron
incidir como habían hecho en los años 50".
"En síntesis el movimiento salió muy
debilitado tras la dictadura
".
"Sí, muy debilitado. Y paradójicamente el
proceso se agudizó con la caída del muro de Berlín.
A pesar de que los anarquistas nunca hubieron adherido al mito
de la dictadura del proletariado, el movimiento no consiguió
emerger con su propia visión. Fuimos atropellados por
la confusión. En la fase actual las ideas libertarias
están aun presentes en el pensamiento de muchos teóricos,
y en la acción de los movimientos sociales".
"En un mundo en el que la división internacional
del trabajo y el proceso de expansión del mercado global
parece haber llegado a su apoteosis, ¿qué perspectivas
se dan para el humanismo anarquista?".
"Tengo grandes perplejidades: la situación no parece
andar por el buen camino. Creo que aún existe materia
útil para el cambio social: la gente está llevada
a poner en discusión la realidad. A diferencia que en
otras épocas, cuando nosotros éramos considerados
locos, ahora parece evidente que la locura pertenece a esta
realidad. El aumento del miedo, de las consecuencias del desarrollo
tecnológico y de la manipulación genética
es un hecho positivo. Positivo porque conduce a poner la pregunta
de fondo: ¿cómo salir de este espiral?".
Massimo Annibale Rossi
Montevideo - Buenos Aires
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac
Sanchez Costa
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