Era el 25 de febrero de 1984. Unos habitantes
del barrio Vila Socó habían informado a las autoridades
de la presencia de fuertes emanaciones tóxicas en el
aire. Nada raro para Cubatão, la "ciudad más
contaminada del planeta"1.
Estamos en el área del puerto de Santos, a 70 km de San
Pablo, en el polo petroquímico más grande de América
Latina. Un lugar en el que, a partir de los años 70,
los techos de las casas tenían que ser sustituidos cada
dos años a causa de la corrosión. Eran tiempos
en los que Pablo Nogueira Bastos, ministro de la junta militar,
declaraba: "Brasil puede aún arriesgarse a importar
contaminación".
Aquel día hubo una fuga de 700.000 litros de óleo
combustible. El incendio que siguió causó una
catástrofe humana y ecológica de dimensiones espantosas.
Las cifras aumentaron de hora en hora, alcanzando un record
hasta para el martirizado Brasil: 500 entre muertos y desaparecidos,
8 mil quemados e intoxicados. Pero en aquellos tiempos la teoría
de los costos inevitables del desarrollo dominaba aún
sobre cualquier otro tipo de consideración. El Tercer
Mundo, como Europa en el siglo precedente, debía pagar
su precio para lograr encaminarse en la vía del progreso.
Es interesante considerar la forma en la que se divulgó
la noticia por parte del mayor diario italiano. "Corriere
della sera", 26 de febrero: una exigua columna en las páginas
de Internacional con un balance provisional de 100 víctimas.
El día siguiente, aparece una foto muy confusa con una
nota en la que el monto se triplica. En las ediciones sucesivas
se baja el telón.
En Brasil en la mitad de los años 80 la junta militar
tiene aún el monopolio de la información y la
Petrobras, responsable de una larga cadena de accidentes, es
una industria del Estado. El barrio limítrofe de Villa
Parisi será evacuado dos años más tarde
bajo estado de emergencia, debido a la contaminación
del aire. Hoy, sobre las vertientes que circundan la plana de
Cubatão se encuentran grumos de viviendas más
parecidas a favelas que a verdaderos asentamientos. Allí
están atrapados los 15.000 evacuados de entonces y los
que en los años siguientes llagaron del campo buscando
una esperanza en este infierno. A pesar de lo acostumbrados
que estamos a las malas noticias, aún nos golpean sus
palabras: "mejor morir de leucemia que de hambre".
El regreso a la vida democrática en Brasil fue particularmente
complejo. A las juntas siguió un periodo de transición
tutelado por ellas mismas, que algunos afirman que nunca terminó.
Los movimientos ecologistas nacen en los años 90, tratando
de hacer valer la cuestión ambiental en un panorama dominado
por las necesidades de supervivencia de los desheredados de
los cinturones metropolitanos y del paupérrimo noreste.
El Colectivo Alternativa Verde fue fundado en Santos en 1991.
De inspiración libertaria, atravesó una fase de
gran crecimiento durante un par de años, tras lo cual
entró en crisis a causa de las enormes dificultades del
contexto local. El puerto es la infraestructura más grande
bajo la línea del ecuador, y de sus muelles sale la producción
de los Estados de Sao Paulo, Mato Grosso y Minas Gerais.
Además de las refinerías, el polo petroquímico
alberga numerosas multinacionales y sus afiliadas: la célebre
Union Carbide2, la Dow Chemical,
la Manah, la Ultrafertil y la Rhodia. Las empresas son acusadas
de estar usando procesos de producción contaminantes,
incompatibles con los estándares mínimos de salud
y sustentabilidad. Procesos y escorias que en la era de la globalización
parecen más adaptados al sur del planeta que al mundo
desarrollado. Las fábricas producen en particular pesticidas
y fertilizantes; estos últimos motivo de la enorme acumulación
de calcáreo toxico, residuo de elaboración. La
Rhodia, química fina y de componentes de barnices, fue
acusada de liberar al ambiente órgano-cloratos, origen
de graves enfermedades genéticas. También es digno
de mencionar el impresionante complejo siderúrgico de
la Cosipa, responsable de dispersión de benzepirene en
el mar, compuesto cancerígeno.
Una investigación de la Universidad de Santa Cecilia
ha reconstruido los procesos de mutación genética
del pez raya local. También son frecuentes los casos
de malformaciones entre la población, con índices
6 veces superiores a la media nacional. Por su parte, la Petrobras,
responsable de los recientes desastres de Baia Guanabara en
el estado de Rio de Janeiro y de Rio Iguazu en Paraná,
no parece haber cambiado su postura. Sus instalaciones emiten
nitratos de azufre y ozono, lo que dio origen a las lluvias
ácidas que en los años 70 y 80 causaron las más
graves consecuencias ambientales. En las espaldas de Cubatão
se yergue la vertiente que conecta la costa con el altiplano
de San Paulo. Es una formación natural cuyo equilibrio
hidrogeológico fue comprometido tras su deforestación,
originando frecuentes derrumbes y aluviones.
En el marco de una reanudación general de los movimientos
ecologistas y de una fuerte reacción local, el CAVE retoma
su iniciativa en 1997. Si la primera etapa fue caracterizada
por la actividad de sensibilización, la actual parece
más bien orientada a la denuncia de los crímenes
ambientales y en el desarrollo la red entre los grupos libertarios
de la región. El nuevo núcleo se forma en la Casa
de Cultura "Jaime Cubero", nombre de un famoso militante
anarquista de San Pablo. Pronto se pone en evidencia el peligro
del deterioro del apoyo entre la población, debido a
las consecuencias de las denuncias en el plano ocupacional.
Las empresas amenazan con cerrar o trasladar sus plantas, con
la consecuente pérdida de empleos. La responsabilidad
de la situación se atribuye al CAVE, lo que lo lleva
a una posición delicada y conflictiva. La prensa se divide,
acusando al colectivo de radicalismo y, con cierta ironía,
insensibilidad hacia la situación de los trabajadores.
El CAVE reacciona, aprovechando los espacios de prensa disponibles
y poniendo en marcha una amplia actividad de formación
en el territorio. Se plantea que la defensa ambiental no puede
prescindir de una intervención complementaria en los
barrios. Sus ideas evocan las tesis de la ecología social
de los años 70 y el grupo realiza una interesante experiencia
de alfabetización para adultos en una cercana aldea de
pescadores. Conceiçãozinha había sobrevivido
milagrosamente a la urbanización salvaje, quedando confinada
entre el puerto en constante expansión y las infraestructuras
de la Dow Chemical. La comunidad se opuso a las tentativas de
desalojo y consiguió sobrevivir a la progresiva merma
del pescado y a la degradación de las condiciones higiénicas
y sanitarias de la zona. Desde este punto de vista es característica
la falta de responsabilidad expresada por la Municipalidad.
El área metropolitana se compone de cinco diferentes
barrios, que suman 1.300.000 habitantes. El puerto es interno
y se expande por los brazos del gran estuario. Santos ocupa
una isla en el centro de la bahía, en lo que antes fue
un rico oasis de peces y fauna sub tropical. Debido al origen
mayoritariamente catalán de los inmigrantes y al estilo
de los edificios, fue llamada a principios de siglo "la
pequeña Barcelona". Hoy es una aglomeración
de cemento y construcciones de distintos estilos y volúmenes,
elevada sin planificación alguna durante la dictadura.
Santos se convirtió en los 70 en el centro balneario
de la pequeña y mediana burguesía paulista. Una
corona de rascacielos en malas condiciones rodea la gran playa
y queda, como una dentadura arruinada, cual símbolo para
la posteridad. La especulación no se detuvo con la vuelta
a la democracia y, después de la saturación de
la isla, empezó a interesar el interior y la cercana
Guaraná. Los asentamientos más recientes agreden
lomas y promontorios, los que, en una lógica bien brasilera,
deberían haber sido de competencia federal, vale decir
no edificables.
El ámbito privilegiado de la actividad del CAVE se convirtió
en la lucha contra la cementificación. El grupo realizó
una campaña oponiéndose a la deregulation
ambiental y al abuso de las edificaciones y envió sus
militantes a la Consulta sobre el Plano Estatal de Gestión
de la Costa. Desde su reanudación en el 97 el colectivo
ha presentado 40 denuncias, una de las cuales involucra a la
citada Cosipa. Otra, ante la sospecha de un enterramiento de
dioxina, ha sido recientemente enviada a la magistratura, comprendiendo
la Dow Chemical. A pesar del decisivo apoyo de Greenpeace, los
enemigos crecían progresivamente. Personajes influyentes
de mundo político empezaron a promover causas por difamación.
Los que se han acercado al grupo han tenido serias dificultades
en encontrar o mantener sus puestos de trabajo. Los recursos
del colectivo, que no posee siquiera una sede propia, resultan
hoy inadecuados para sostener su actividad.
A pesar del frenético accionar del grupo, el periodo
actual evidencia signos de crisis. Los militantes activos pasaron
de cuarenta a veinte. Los barrios han disminuido su involucración;
la gente se muestra más temerosa ante la represión
y las consecuencias de las denuncias. La postura prevaleciente,
aún teniendo significativas excepciones, es ambivalente:
por un lado se considera al CAVE un interlocutor confiable,
por el otro, una amenaza. Se lo ayuda haciendo funcionar la
red con las informaciones, pero se lo aísla y se definen
veleidades sus finalidades y métodos. Aún si en
general se consigue aprobación y participación
en las escuelas, en el compromiso cotidiano los jóvenes
carecen de constancia. Lo cual implica una carga de trabajo
y de responsabilidad creciente para los militantes, y un sentido
general de cansancio.
En Cubatão, la ciudad más contaminada del planeta,
alguien empezó a reaccionar. La experiencia podrá
ser útil para realizar otra retrasmisión especial
en las televisiones occidentales o plantear un mega proyecto
ambiental diseñado desde arriba. El trabajo del CAVE
podría también favorecer una nueva y real toma
de conciencia.
Massimo Annibale Rossi
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac
Sanchez Costa
1. U. Beck, Risk society,
Sage Pub., London, 1992 (ed. orig. Frankfurt 1996), p. 46. De
aquí extrajimos también la declaración
del Ministro Nogueira Bastos citada más abajo.
2. En 1984 se producía una de las catástrofes
humanas y ambientales más graves de la historia. Desde
los implantes de la Union Carbide de Bophal, India del norte,
un escape de gas venenoso causaba la muerte de más de
2.000 personas y varios miles de afectados. La ciudad, que contaba
con 385.000 habitantes, ya se había cuestionado los peligros
que podía provocar la proximidad de la fabrica.
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