Rivista Anarchica Online


 

Florianópolis: del Encuentro Internacional de Cultura Libertaria.

La llaman "Floripa" y es la capital del estado de Santa Catarina. Ciudad balneario, destino del turismo elitista del sur brasileño, en pocos años ha desarrollado su bosque de rascacielos y de segundas y terceras residencias. "Aquí no hay ni pobres ni vagabundos" nos informan, "la policía no les permite quedarse". Años atrás, un osado intendente armó una versión local de la "tolerancia cero" del su homólogo neoyorkino Rudolf Giuliani. Floripa tiene una pomposa plaza, recientemente inaugurada, tan iluminada que hasta de noche parece ser de día. La plaza está constantemente vigilada por diligentes funcionarios, de amplia sonrisa de tiza, que te llaman la atención hasta por tener un pie sobre los impecables bancos.
Aunque no lo parezca, también esto es Brasil. Y en esta tierra de extravagantes micro experimentaciones totalitarias, entre el 4 y el 7 de septiembre del 2000, se realizó el Encuentro Internacional de Cultura Libertaria. En realidad las delegaciones extranjeras representaban un componente minoritario, pero por algo hay que empezar… "Unos años atrás" aclara uno de los organizadores, "para recibir a los participantes habría sido suficiente una camioneta; en esta ocasión dos colectivos no fueron suficientes".
Día de la inauguración: anfiteatro de la Universidad repleto. Sorprende la joven edad y la heterogeneidad de los participantes. Llegan en buena medida del sur de Brasil y de San Pablo, pero no faltan representantes del noreste. Heterogeneidad: profesores alternativos y compuestos, anarco punks, ecologistas, indigenistas, zapatistas, sin tierras, antiguos militantes y académicos. Cada uno lleva su propio lenguaje, exhibiendo su identidad. El inicio es directo, tal vez un poco ambicioso: "Perspectivas del Movimiento Anarquista para el siglo XXI". Los anarquistas salidos de la sombra quieren intervenir, y aquí se evidencia el primer problema: "¿Cómo encontrar una orientación común entre tanta variedad?" Dilema fundamental, la cuestión de la organización parece quebrar el encuentro antes de que empiece el debate. Se presenta una propuesta para armar una Federación Anarquista Brasilera - "¿pero no era éste un encuentro internacional y de cultura libertaria?" -. La impresión común es de que el movimiento está saliendo aún de los años de clandestinidad y precisa, quemando las etapas, reorganizarse.
Entre los participantes se respira todavía miedo, son frecuentes las referencias a las acciones de las milicias privadas contra de los militantes de base y los testimonios de la represión de la policía. Las manifestaciones contra los 500 años del "Descubrimiento" han registrado la presencia activa de los libertarios y un nivel de confrontación muy alto. En Brasil la segunda mitad de los 80 ha sido la época de la emersión de la representatividad política. Emersión concedida y dirigida por las castas militares, ahora orientadas hacia la normalización. Como también pasó en los otros países latinoamericanos golpeados por las dictaduras, la vuelta de los partidos ha implicado el olvido del pasado y de los crímenes institucionales. Las estructuras represivas se han mantenido intactas; los responsables impunes. En este contexto se sitúa el tardío renacimiento de un movimiento que, por su naturaleza, huye a las lógicas del poder, como al sistema dicho "democrático".
Un aspecto importante de la convención es el que se refiere a la presencia, o mejor dicho, a la ausencia de otros movimientos políticos. Es como si la izquierda no considerara el anarquismo como una legítima expresión de un proyecto social y humano. Y este aislamiento, este abandono, constituye un elemento útil para la comprensión de las dinámicas en juego. Los libertarios representaron un sujeto incómodo en el momento en el que la izquierda legitimada retomó los espacios políticos y el poder. Aquí se propone el dilema del anarquismo contemporáneo, que queda atrapado entre la necesidad organizativa y el rechazo a las instituciones. Dilema que se agudiza durante el proceso de transición democrática en el enfrentamiento con las estructuras y los apoyos con que cuentan los partidos. Se crea una zona de sombra donde el anarquismo es colocado en espera de su - por suerte vana- definitiva extinción.
Algunos de los grupos de trabajo expresan dudas sobre la legitimidad del uso de las estructuras públicas por parte de los anarquistas. El tema está conectado al pasado vivido de represión. La universidad no se percibe como fuente de elaboración cultural y científica, sino como articulación del poder. Echo que, si generalizado, podría poner en discusión el derecho de los libertarios -obligados al pago de los impuestos- de disfrutar de hospitales, escuelas, o, más aún, de plazas y calles. Dinámica que a la vez sería testigo de la dificultade de percibirse como sujetos legítimo y creativo en la vida social y cultural.
La fundamental heterogeneidad aumenta el riesgo de provocar fracturas y alimentar polémicas, pero refleja la vitalidad del movimiento. Vitalidad que golpea el participante europeo, acostumbrado a contextos más crepusculares. En las mesas redondas y en los talleres temáticos, impresionan la amplitud y el nivel del debate, la profundidad y la preparación técnica de los participantes. El encuentro propone numerosos momentos de reflexión, en los que se analizan aspectos de la obra de Proudhon. En función de la propuesta federativa se concentra la atención sobre las formas organizativas y la historiografía del movimiento. Paralelamente se debate la posibilidad de emplear las nuevas tecnologías, y en particular Internet, para dar vida a una red libertaria. Las intervenciones expresan la exigencia de incrementar el cambio entre experiencias y metodologías para superar el actual contexto de fragmentación.
El recorrido favorece la definición de unos puntos críticos. En primer lugar la relación entre movimiento libertario y movimiento, o proto federación, anarquista. Resulta difícil conciliar la exigencia de canalizar les energías hacia objetivos comunes y tener en cuenta la diferencia como valor. Frecuentes intervenciones fijadas para definir el campo y destinados a favorecer polémicas: "¿Las sociedades indígenas representan realidades libertarias o formas ancestrales de organización económica?". "¿Movimientos de base con una matriz marxista y vinculados al catolicismo como los Sin Tierra, pueden ser considerados libertarios?".
Más que a los criterios de definición y de análisis, el problema tiene que ver con dos concepciones alternativas. Por un lado el anarquismo sería una orientación del pensamiento político moderno, nacido del más amplio contexto de la Revolución del 89. Orientación vinculada a la cuestión social y en particular a las luchas obreras del mundo occidental. Por otro lado el anarquismo representa un anhelo a la libertad y a la igualdad propio de la especie humana. Un carácter independiente del tiempo y del lugar, que juntaría contextos lejanos y heterogéneos. En cuanto a la naturaleza de los movimientos libertarios, los primeros reivindican una matriz post iluminista, los otros una visión común de la vida social y de la acción. Los movimientos, hasta que no se conviertan en instituciones, deberían ser considerados realidades libertarias.
Entre los grupos emerge la demanda de valorar las instancias sociales más dinámicas, y elaborarlas críticamente como procesos y potencialidades. También se plantea una renuncia al "purismo anarquista", para adquirir una visión dialéctica que permita gestionar las contradicciones del presente. Las modalidades de acción, en las cuales sin embargo se insertan variables ideológicas y praxis institucionales, se convierten en el carácter fundamental para evaluar la identidad de realidades sociales como los Sin Tierra. Los movimientos sociales, fenómenos dinámicos, deben ser considerados como expresión de las necesidades colectivas y fruto de la creatividad popular, tratando de comprender su complejidad. La centralidad de la interpretación y de la intervención en el vivo tejido social recuerda lo que Luís Mercier Vega llamaba "práctica de la utopía".
El encuentro registra una significativa presencia de asociaciones ambientalistas. La temática ecológica no parece, como ya pasa en Europa, institucionalizada y en fase de reflujo. Son muchos los colectivos que organizan luchas de barrio o en las favelas. Sin embargo en los últimos años se producía una reacción contra la intervención "paternalista" de las ONG, y una reanudación de prácticas autogestionarias en todo el continente . La conexión con los movimientos indigenistas toma el significado de avalorar modalidades de vida en armonía con el mundo natural. El acercamiento del racionalismo occidental al "primitivismo" de la selva parece volcarse. Dinámica que recuerda a la parábola de los zapatistas, convertidos a la cultura india por la experiencia de vida en la selva Lacadona. El tema de la pertenencia libertaria de los partidarios del Sub Comandante Marcos animó particularmente el debate de las mesas redondas. Se enfatizaba la contradicción, común en la mayoría de los movimientos de masa, entre praxis de acción directa e intentos de adquirir credibilidad insertándose en el juego político. Interesantes desde este punto de vista, las declaraciones y las consecuentes tomas de posición del ELNZ: "No queremos el poder".
La dificultad de adquirir una identidad común, más allá de la confrontación entre organizadores y movimentistas, se evidencia en la divergencia en los objetivos. La visión de los Sin Tierra es acusada por fijarse en la conquista del campo sin tener muy en cuenta las temáticas ambientalistas. Esta polémica en pasado se convirtió en motivo de choque durante varias ocupaciones de tierras amazónicas pertenecientes a las reservas indígenas. Los partidarios de la Reforma Agraria, por su lado, acusan a los indígenas de beneficiarse de enormes espacios y de dejar las tierras improductivas. Una concepción, la de la productividad, que contrasta con el espiritualismo natural de los últimos pobladores de las florestas. Sin embargo una rara ocasión de unión fue representada por las celebraciones del abril pasado, a raíz del quingentésimo aniversario del desembarque portugués. Indígena y Sin Tierra marcharon juntos contra una policía legitima heredera de la dictadura, dispuesta a detener cualquier incidente de esa gran fiesta.
Una presencia numerosa, singular y poco locuaz fueron los anarcopunk. Se trata de un movimiento paralelo a lo europeo, nacido con evidentes condicionantes, con un decenio de atraso. El contraste con los indigenistas parece intenso, y recuerda el que hay entre las regiones metropolitanas y las regiones interiores del continente brasilero. Brasil ha desarrollado ciudades y megalópolis siguiendo un modelo más cercano al eficientismo estadounidense que a las desastradas realidades latinoamericanas. Pobreza y sufrimiento tienden a ser negados y los impecables centros ciudadanos rodeados por las favelas son el emblema de esta tentativa. Los anarkopunk, su simbología apocalíptica, las carnes traspasadas, representan una reacción extrema a la cultura del bienestar unilateral.

Massimo Annibale Rossi
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac Sanchez Costa