Rivista Anarchica Online


Brasil

"Aquí no hay jefes"
Massimo Annibale Rossi

Encontramos a los Sin Tierra.

 

 

Los "Núcleos de Apoyo a la Reforma" representan la expresión universitaria del movimiento de base. Están formados por estudiantes que pertenecen a varias facultades pero, que en general, son parte de los institutos de agronomía. Universidad de Santa Maria, corazón del Estado de Rio Grande Do Sul. Aquí nacieron los Sin Tierra al final de los años '70. Aquí, aún en tiempo de dictadura, se produjeron las primeras, durísimas, batallas. Aquí el movimiento es aún fuerte y activo, a pesar de que parte de sus reivindicaciones hayan sido aceptadas por el Gobierno, hace dos años en las manos del Partido de los Trabajadores.
Lo que impacta en el MST actual es que desde su fundación hace dos decenios, y a pesar de las victorias alcanzadas, no haya perdido su vocación por la calle. Recorriendo las rutas del interior, se encuentran campamentos improvisados; carpas de celofán negro y abrigos de caña contra el sol, dispuestas en filas paralelas. No es raro que, en largas columnas festivas, los militantes bajen hacia las ciudades, y que "conquisten" los centros. Acampan, tocan sus instrumentos y cantan sus canciones, luego, de repente, ocupan una nueva tierra o una oficina gubernamental vinculada a la cuestión agraria. Desde el momento en que el PT alcanzó el poder en Río Grande no hubo más choques; otra cosa ocurre a nivel nacional, donde el balance sigue siendo preocupante.
"El movimiento está organizado en 24 estados" nos dicen Duglas y Pablito, miembros de los Núcleos por la Reforma, "y para muchos representa la alternativa a la favela". La pequeña empresa no consigue competir con la hacienda mecanizada; los propietarios, con el tiempo, se han endeudado, perdiendo las tierras. Muchos militantes aún provienen de las grandes propiedades, de donde fueron expulsados al llegar la nueva maquinaria. "La reforma agraria es un proceso destinado a desarrollarse a lo largo de varios años. La lucha tiene antiguas raíces, pero los movimientos precedentes, como los Canudos en el noreste fueron aplastados, y los peones exterminados militarmente. "El latifundio se mantiene intacto; en el siglo XIX las condiciones de trabajo hacían del peonaje una forma de mano de obra más conveniente que la esclava". A principios de siglo en el Estado de Santa Catarina, cercano al de RGS, se dio un gran movimiento contra las multinacionales; concluyó con un nuevo diezmo de los trabajadores. La reforma vuelve a estar a la orden del día a principios de los 60, pero es sofocada con el golpe militar".
Las primeras ocupaciones tuvieron lugar en el año 79 en las provincias limítrofes al área indígena y fueron realizadas por campesinos de origen italiano y alemán. El movimiento se definió y tomó fuerza bajo el impulso de la Teología de la Liberación, orientación social de la iglesia brasileña que sería reprimida por el ala dura católica en el decenio que siguió. "Como era de prever, la reacción institucional fue violenta y parte del movimiento se estructuró en guerrilla. Las ocupaciones se dieron, en primer lugar, en tierras del Estado, más tarde en propiedades privadas, pero siempre en campos no cultivados".

La cuestión de las tierras incultas y del derecho de los desposeídos a ocuparlas se remonta al origen del latifundio y a la Constitución Nacional. Muchas de las grandes propiedades del sur se fundaron con la Ley imperial de 1850, que otorgó tierras y títulos a la jerarquía del ejército triunfante tras la derrota de la Republica Farupilla. La donación tenía la doble función de recompensar a los oficiales fieles y a la vez prevenir posibles sublevaciones. Pronto apareció, entre otros problemas, el de la inexperiencia de los militares en la gestión de la tierra y del uso indiscriminado del monocultivo. El debate constitucional reconoce el derecho a la propiedad privada a la vez que el de la función social de la tierra. Los Sin Tierra apelan a este segundo principio para sostener la legitimidad de sus ocupaciones.
El PT fue fundado tras la caída de la dictadura y desde de sus inicios se caracterizó por tener en su punto de mira la cuestión de la reforma agraria. De matriz marxista, ha avalado el método de acción del Movimiento de los Sin Tierra, entrando en colisión con los grandes propietarios. Gracias a la estrecha colaboración con las instituciones universitarias, se llegó en breve a la definición de un programa de intervención que beneficiaría 10.000 familias en un plazo de 4 años. A partir de las ocupaciones y tras las indicaciones de los comités, el Instituto por la Reforma envía una comisión para evaluar el estado efectivo de las propiedades involucradas. Si se confirma que son improductivas se procede a la expropiación. La tierra confiscada es pagada a precio de mercado, para ser luego distribuida en lotes que varían en función de la tipología y productividad del suelo. Una vez establecido, el campesino cuenta con un período, llamado "Emancipación de la tierra", durante el cual se aplaza de 5 a 10 años el pago al gobierno. Seguidamente, y en 15 - 20 años, saldará su deuda.

"El programa ha sido hasta hoy respetado" nos dicen aún los dos estudiantes, "y representa un interesante modelo para solucionar la cuestión de la tierra a nivel nacional". La situación en los otros estados es bien distinta: en el noreste se sigue dando una fuerte represión y los cuerpos de milicias privadas, frecuentemente vinculadas a las policías locales, continúan cometiendo crímenes. La cuestión de la pequeña propiedad involucra otro problema fundamental: la superación del monocultivo y del uso intensivo de los agro tóxicos. En los últimos años ha sido debatidos ampliamente la cuestión ecológica y el impacto de la explotación industrial de la tierra. Contradiciendo otro presupuesto marxista y en contraste con el rumbo neo liberal del gobierno central, el PT promueve la pequeña propiedad, y en particular la propiedad familiar. A diferencia de la parte meridional del estado, el altiplano fue colonizado en pequeños lotes a lo largo del siglo XIX, por parte de colonos italianos y alemanes. Las intervenciones gubernamentales no parecen todavía suficientes para compensar el flujo migratorio proveniente del campo, que también en RGS alimenta las favelas urbanas.
Un partido de gobierno de izquierda; un movimiento de base de acción libertaria. "¿Pero cual es, si es que existe, la matriz ideológica de los ST?". "El movimiento mantiene una línea política marxista - leninista", aclaran Duglas y Paolino, "aún si la critica al socialismo real y a los errores del pasado fue masiva. También la relación entre movimiento y Teología de la Liberación sigue siendo estrecha. En particular la reflexión de 1984 fue común, aún que ya entonces se empezaron a trazar dos perspectivas distintas". A partir de la intervención de la curia romana, la Teología fue marginalizada, retomando fuerza y capacidad sólo en los últimos años.
Al observar más de cerca al movimiento, las declaraciones de los Núcleos de Apoyo parecen menos convincentes. Los Sin Tierra izan su bandera y se definen poco dispuestos a aceptar directivas que no provengan de sus asambleas. Mal pagados, pequeños e ínfimos propietarios, genéticamente resignados a arrancar lo indispensable de pedacitos de tierra abonados con sangre. Fueron ellos quienes, ante la vuelta y la reconstitución de los partidos, decidieron reaccionar.

Diciembre del 2000. Saliendo de Santa Maria, viajando hacia el norte, atravieso el altiplano. Tierra rojiza, arcillosa, cultivada de maíz y soja; pasto para bovino perezoso. Aldeas desoladas, signos un poco desaliñados de la colonización italiana y alemana. A los dos lados de la ruta aparece, de repente, el primer asentamiento. Son propiedades unifamiliares, bastante amplias, que a simple vista no parecen en muy buen estado. Estamos en el Asentamiento Alborada, en la municipalidad de Julio de Castilhos. Entramos en la única casa de ladrillo, aún en construcción. Una familia trabaja; un chico tetraplégico está sentado en el suelo. El instinto no nos ha traicionado: se trata de los parientes de Adriana, Ingeniera Agrónoma recién licenciada, que ha hecho su master sobre la historia de esta comunidad.
"La tierra, 1.631 hectáreas, pertenecía a un abogado de Porto Alegre, poco interesado en ella. Después de un año de ocupación, se empezó en 1996 la negociación. Intervino el Instituto de la Reforma, que certificó el estado de improductividad de la propiedad y propuso la subdivisión en lotes de 20 - 22 hectáreas. Se asentaron 72 familias. Recibieron en primer lugar alimentos, más tarde 2.000 reales para edificar algo parecido a una casa, y luego otros 7.500 reales en tres plazos para la compra de herramientas y semillas".
En cuanto al origen, la mayor parte eran peones y braceros estaciónales. Sólo dos de ellos provenían del comercio, dato importante ya que una de las críticas más duras a los Sin Tierra tiene que ver con su presunta incompetencia. En efecto, los peones han sido siempre mantenidos en condiciones sub laborales por miedo a sus posibles reivindicaciones, lo que refuerza más aún su derecho a conseguir las habilidades necesarias para gestionar una pequeña empresa. En este sentido Adriana menciona un programa recientemente aplicado en Paraná, Santa Catarina y Rio Grande, llamado "Tierra solidaria". La financiación proviene de las cajas federales y estatales, así como de fondos privados y universitarios, y está destinado a los pequeños agricultores con la finalidad de mejorar las técnicas de cultivo.
Un gran propietario local, con quien pudimos hablar, definió a los ocupantes como "muertos de hambre" que amenazaban el derecho a la propiedad y a la economía del Estado. Citaba declaraciones y estadísticas para sostener la función insustituible de las grandes empresas. "Si nosotros caemos, todo se cae". La defensa del latifundio, de su historia, parece a algunos una misión indisolublemente ligada a la tradición gaucha. "Los Sin Tierra, dado que no saben cultivar, apenas pueden, venden la tierra y se van". Una propietaria nos cuenta que sus campos fueron ocupados diez años atrás por gente "sucia, incapaz, y sin ganas de trabajar", y que "pasaron de ser terrenos productivos a páramos".

Los estudios a nivel nacional sobre la evolución de los asentamientos están aún en su fase inicial. El MST cuenta con más de 6.000.000 de adherentes en todo el Brasil y el número de las ocupaciones está en constante aumento. Con cifras tan altas aparecen posibles desviaciones e irregularidades, pero en general el movimiento sorprende por su alto grado de organización y cohesión interna. En el caso de la Alborada un 10% cambió su propiedad o perdió la tierra. Algunos han conseguido, con el tiempo, escasos grados de mecanización, pero el trabajo manual sigue siendo la norma. Al tratarse de suelos poco productivos y de una región árida, los cultivos más frecuentes suelen ser arroz seco, mijo, papa, soja y poroto. "Existe una comunidad y una asamblea en el asentamiento" prosigue Adriana, "pero después del primer período el espíritu solidario empezó a debilitarse". Se discuten cuestiones comunes como las calles, el agua y la luz -que llegó hace un año- pero hay escasa ayuda mutua".
Es emblemático el caso del único cultivador que consiguió poseer un tractor. Ahora lo alquila a los demás, pero a precios que hacen murmurar a la comunidad. Se acusa a los Sin Tierra de sub alquilar los campos, lo que en algunos casos fue probado. Adriana confirma que los controles son escasos, pero el fenómeno no parece afectar a la Alborada. Si bien a nivel nacional muchas ocupaciones han mantenido indivisa la tierra, en el municipio existen otros tres asentamientos con organización plenamente individual. El más antiguo de ellos tiene 12 años y empezó de hecho de forma cooperativa para subdividirse más tarde en lotes, tras disputas y acusaciones de robo. "A pesar de que el proceso de individualización parece general, los viejos militantes continúan reconociéndose en el MST y no han cambiado su opción política".

Proseguimos hacia Santa Cruz con el deseo de comprender más. A una veintena de quilómetros aparece a nuestra izquierda un campamento de dos filas de carpas de celofán negro con estructura de caña de bambú. El campo está ordenado y limpio: una pobreza digna y no explicitada. Ondea una bandera del Movimiento. Al centro un camino, que termina cerca de un arroyo, donde unos niños chapotean en el agua. Junto a las tiendas una alambrada delimita una enorme propiedad en la que se cultiva soja. Nos acercamos, un poco temerosos ante la posible acogida. Viene hacia nosotros un pequeño grupo: "¿Hay algún responsable?" preguntamos. "Aquí no hay jefes" responden secamente.
El grupo se moviliza y se corre la voz. Nos preguntan sobre los motivos de la visita y la orientación de nuestra revista, tras lo cual aceptan el encuentro y se relaja la atmósfera. Atravesando el campo encontramos un almacén de alimentos que provienen del Estado, y una espartana aula de escuela. El portavoz es un joven de veinte o veinticinco años, que muestra una buena formación política, y costumbre de hablar en público. Es el único que profesa una pertenencia política: Partido Socialista Brasileño. Nos sentamos en círculo bajo los árboles y empieza la charla.
El campamento se formó el pasado mes de julio y acogió 320 familias. A excepción de dos núcleos de Paraná, llegaron del interior del Estado, y se pusieron en contacto a través del Movimiento. "Se trata" nos aclaran, "de gente cuyas raíces están en el campo, y que a él van a volver. Algunos desistieron, pero la mayoría aguanta; según nos dicen, 47 de ellos habrían conseguido la tierra. El sueño de la comunidad sería la toma de Buen Retiro, un latifundio de 1.600 hectáreas, mantenido en buena parte en monocultivo.
En sus explicaciones recurren con insólita frecuencia a los términos "solidaridad" y "conciencia colectiva". Nuestros interlocutores demuestran el fervor que parecía faltar en la Alborada. Se proponen en primer lugar como grupo, como comunidad. Su proyecto prevé la creación de una cooperativa: "nuestra fuerza es nuestra unión". El campo recibe regularmente ayuda del Estado: alimentos, asistencia médica y educación. También hay una escuela itinerante, gestionada por docentes del movimiento. El Gobierno se percibe presente; el aire local, positivo. Pero este caso representa una excepción: la situación del vecino Paraná parece muy dura, y los tratos con Brasilia están cerca de la ruptura.
"¿Cuál es la relación con el Partido de los Trabajadores?"
"Es buena, pero el movimiento es independiente de él". La respuesta parece franca, pero contradice lo expresado por los representantes de los Núcleos y resulta indebida, dada la pertenencia de Xirú a una formación aliada pero alternativa al PT. De hecho la compenetración entre el partido y el movimiento parece, al menos en Río Grande, evidente. Muchos todavía perciben el peligro inherente de una dinámica de institucionalización.

La otra realidad vecina a los ST es la iglesia local. "La Comisión Pastoral apoya la lucha" declara un poco perentorio Xirú. En el campo encontramos familias católicas y protestantes, que, en un espíritu ecuménico hoy enterrado en Europa, celebran sus ceremonias juntas, con un sacerdote de cada tendencia. A pesar de su ruptura con la Iglesia, sigue siendo relevante la figura de Leonardo Boff. Sus escritos, especialmente en los primeros años, han representado una aportación fundamental al movimiento. Uno de los presentes nos cuenta que es parte de una familia de pioneros, ya que en el año 79, todavía chico, participó en las ocupaciones. Muchos de los militantes, aún habiendo adquirido la tierra, siguen participando en las luchas, tratando de transmitir su experiencia a los nuevos integrantes. El modelo al que se quiere llegar es a la democracia de base. En el campamento conviven varios grupos, y en cada uno de ellos se eligen dos representantes, que pasan a formar parte de la coordinadora. Existe además una dirección formada por varios miembros, pero el órgano más importante sigue siendo la asamblea general, que se convoca en función de las necesidades.
Después de años de conflictos con los ecologistas y los pueblos originarios sobre la cuestión de la conservación de la selva amazónica, los ST parecen haber rebajado el tono. Es significativa la manifestación unitaria realizada en abril de 2000 con ocasión de la celebración del "descubrimiento" del Brasil. El impacto de la agricultura industrial, y los problemas de la sustentabilidad han devenido temas del debate interno. "La agricultura orgánica puede competir con la química; la conciencia individual está creciendo". La cuestión de fondo está vinculada al poder que en América Latina ejercen las multinacionales. El Parlamento está discutiendo un Programa agro ecológico, pero aún se está lejos de alcanzar un resultado. Significativa en este sentido la posición favorable del gobierno de Río Grande, que aprobó una serie de procedimientos contra la comercialización de los transgénicos.
El hecho de tener poca experiencia de trabajo colectivo no parece asustar a nuestros interlocutores. Están convencidos que las experiencias que fracasaron en el pasado se debieron a la ruptura de los vínculos solidarios. Se sienten protagonistas de una causa que trasciende la dimensión contingente y tienen ganas de demostrar la factibilidad del modelo por el cual están luchando y que intentan definir en sus comisiones. "La primera fase se concentrará en la subsistencia alimentaria - arroz, trigo, mijo- valorando la mano de obra familiar". Plantean orientarse gradualmente hacia el mercado: el desarrollo de la cooperativa estaría ligado al "proceso colectivo", al reforzamiento de los vínculos internos de solidaridad. Surge una visión un poco idealizada de la organización, que enfatiza mucho el sentido ético y evoca la tradición guevarista.
Si bien se dan cuenta de la fuerza y de la causalidad de los mecanismos económicos, y en particular de los efectos de la globalización, rechazan el seguimiento de estrategias determinadas. Se fijan en la "comprensión" de las dinámicas del mercado. Su acercamiento, lleno de optimismo, parece estar inspirado en la valorización de las capacidades de los individuos y de los grupos: "Hay personas que apenas saber firmar, pero que tienen en cambio mucha experiencia de vida". Las historias individuales y la forma de llegar al movimiento son distintas. Tienen en común la voluntad de lucha, la reivindicación de los derechos fundamentales y la fe en la potencialidad de la unión y de la acción directa.

Massimo Annibale Rossi
Santa Maria, Rio Grande do Sul, Brasile
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac Sanchez Costa