Los "Núcleos de Apoyo a
la Reforma" representan la expresión universitaria
del movimiento de base. Están formados por estudiantes
que pertenecen a varias facultades pero, que en general, son
parte de los institutos de agronomía. Universidad de
Santa Maria, corazón del Estado de Rio Grande Do Sul.
Aquí nacieron los Sin Tierra al final de los años
'70. Aquí, aún en tiempo de dictadura, se produjeron
las primeras, durísimas, batallas. Aquí el movimiento
es aún fuerte y activo, a pesar de que parte de sus reivindicaciones
hayan sido aceptadas por el Gobierno, hace dos años en
las manos del Partido de los Trabajadores.
Lo que impacta en el MST actual es que desde su fundación
hace dos decenios, y a pesar de las victorias alcanzadas, no
haya perdido su vocación por la calle. Recorriendo las
rutas del interior, se encuentran campamentos improvisados;
carpas de celofán negro y abrigos de caña contra
el sol, dispuestas en filas paralelas. No es raro que, en largas
columnas festivas, los militantes bajen hacia las ciudades,
y que "conquisten" los centros. Acampan, tocan sus
instrumentos y cantan sus canciones, luego, de repente, ocupan
una nueva tierra o una oficina gubernamental vinculada a la
cuestión agraria. Desde el momento en que el PT alcanzó
el poder en Río Grande no hubo más choques; otra
cosa ocurre a nivel nacional, donde el balance sigue siendo
preocupante.
"El movimiento está organizado en 24 estados"
nos dicen Duglas y Pablito, miembros de los Núcleos por
la Reforma, "y para muchos representa la alternativa a
la favela". La pequeña empresa no consigue competir
con la hacienda mecanizada; los propietarios, con el tiempo,
se han endeudado, perdiendo las tierras. Muchos militantes aún
provienen de las grandes propiedades, de donde fueron expulsados
al llegar la nueva maquinaria. "La reforma agraria es un
proceso destinado a desarrollarse a lo largo de varios años.
La lucha tiene antiguas raíces, pero los movimientos
precedentes, como los Canudos en el noreste fueron aplastados,
y los peones exterminados militarmente. "El latifundio
se mantiene intacto; en el siglo XIX las condiciones de trabajo
hacían del peonaje una forma de mano de obra más
conveniente que la esclava". A principios de siglo en el
Estado de Santa Catarina, cercano al de RGS, se dio un gran
movimiento contra las multinacionales; concluyó con un
nuevo diezmo de los trabajadores. La reforma vuelve a estar
a la orden del día a principios de los 60, pero es sofocada
con el golpe militar".
Las primeras ocupaciones tuvieron lugar en el año 79
en las provincias limítrofes al área indígena
y fueron realizadas por campesinos de origen italiano y alemán.
El movimiento se definió y tomó fuerza bajo el
impulso de la Teología de la Liberación, orientación
social de la iglesia brasileña que sería reprimida
por el ala dura católica en el decenio que siguió.
"Como era de prever, la reacción institucional fue
violenta y parte del movimiento se estructuró en guerrilla.
Las ocupaciones se dieron, en primer lugar, en tierras del Estado,
más tarde en propiedades privadas, pero siempre en campos
no cultivados".
La cuestión de las tierras incultas y del derecho de
los desposeídos a ocuparlas se remonta al origen del
latifundio y a la Constitución Nacional. Muchas de las
grandes propiedades del sur se fundaron con la Ley imperial
de 1850, que otorgó tierras y títulos a la jerarquía
del ejército triunfante tras la derrota de la Republica
Farupilla. La donación tenía la doble función
de recompensar a los oficiales fieles y a la vez prevenir posibles
sublevaciones. Pronto apareció, entre otros problemas,
el de la inexperiencia de los militares en la gestión
de la tierra y del uso indiscriminado del monocultivo. El debate
constitucional reconoce el derecho a la propiedad privada a
la vez que el de la función social de la tierra. Los
Sin Tierra apelan a este segundo principio para sostener la
legitimidad de sus ocupaciones.
El PT fue fundado tras la caída de la dictadura y desde
de sus inicios se caracterizó por tener en su punto de
mira la cuestión de la reforma agraria. De matriz marxista,
ha avalado el método de acción del Movimiento
de los Sin Tierra, entrando en colisión con los grandes
propietarios. Gracias a la estrecha colaboración con
las instituciones universitarias, se llegó en breve a
la definición de un programa de intervención que
beneficiaría 10.000 familias en un plazo de 4 años.
A partir de las ocupaciones y tras las indicaciones de los comités,
el Instituto por la Reforma envía una comisión
para evaluar el estado efectivo de las propiedades involucradas.
Si se confirma que son improductivas se procede a la expropiación.
La tierra confiscada es pagada a precio de mercado, para ser
luego distribuida en lotes que varían en función
de la tipología y productividad del suelo. Una vez establecido,
el campesino cuenta con un período, llamado "Emancipación
de la tierra", durante el cual se aplaza de 5 a 10 años
el pago al gobierno. Seguidamente, y en 15 - 20 años,
saldará su deuda.
"El programa ha sido hasta hoy respetado" nos dicen
aún los dos estudiantes, "y representa un interesante
modelo para solucionar la cuestión de la tierra a nivel
nacional". La situación en los otros estados es
bien distinta: en el noreste se sigue dando una fuerte represión
y los cuerpos de milicias privadas, frecuentemente vinculadas
a las policías locales, continúan cometiendo crímenes.
La cuestión de la pequeña propiedad involucra
otro problema fundamental: la superación del monocultivo
y del uso intensivo de los agro tóxicos. En los últimos
años ha sido debatidos ampliamente la cuestión
ecológica y el impacto de la explotación industrial
de la tierra. Contradiciendo otro presupuesto marxista y en
contraste con el rumbo neo liberal del gobierno central, el
PT promueve la pequeña propiedad, y en particular la
propiedad familiar. A diferencia de la parte meridional del
estado, el altiplano fue colonizado en pequeños lotes
a lo largo del siglo XIX, por parte de colonos italianos y alemanes.
Las intervenciones gubernamentales no parecen todavía
suficientes para compensar el flujo migratorio proveniente del
campo, que también en RGS alimenta las favelas urbanas.
Un partido de gobierno de izquierda; un movimiento de base de
acción libertaria. "¿Pero cual es, si
es que existe, la matriz ideológica de los ST?".
"El movimiento mantiene una línea política
marxista - leninista", aclaran Duglas y Paolino, "aún
si la critica al socialismo real y a los errores del pasado
fue masiva. También la relación entre movimiento
y Teología de la Liberación sigue siendo estrecha.
En particular la reflexión de 1984 fue común,
aún que ya entonces se empezaron a trazar dos perspectivas
distintas". A partir de la intervención de la curia
romana, la Teología fue marginalizada, retomando fuerza
y capacidad sólo en los últimos años.
Al observar más de cerca al movimiento, las declaraciones
de los Núcleos de Apoyo parecen menos convincentes. Los
Sin Tierra izan su bandera y se definen poco dispuestos a aceptar
directivas que no provengan de sus asambleas. Mal pagados, pequeños
e ínfimos propietarios, genéticamente resignados
a arrancar lo indispensable de pedacitos de tierra abonados
con sangre. Fueron ellos quienes, ante la vuelta y la reconstitución
de los partidos, decidieron reaccionar.
Diciembre del 2000. Saliendo de Santa Maria, viajando hacia
el norte, atravieso el altiplano. Tierra rojiza, arcillosa,
cultivada de maíz y soja; pasto para bovino perezoso.
Aldeas desoladas, signos un poco desaliñados de la colonización
italiana y alemana. A los dos lados de la ruta aparece, de repente,
el primer asentamiento. Son propiedades unifamiliares, bastante
amplias, que a simple vista no parecen en muy buen estado. Estamos
en el Asentamiento Alborada, en la municipalidad de Julio de
Castilhos. Entramos en la única casa de ladrillo, aún
en construcción. Una familia trabaja; un chico tetraplégico
está sentado en el suelo. El instinto no nos ha traicionado:
se trata de los parientes de Adriana, Ingeniera Agrónoma
recién licenciada, que ha hecho su master sobre la historia
de esta comunidad.
"La tierra, 1.631 hectáreas, pertenecía a
un abogado de Porto Alegre, poco interesado en ella. Después
de un año de ocupación, se empezó en 1996
la negociación. Intervino el Instituto de la Reforma,
que certificó el estado de improductividad de la propiedad
y propuso la subdivisión en lotes de 20 - 22 hectáreas.
Se asentaron 72 familias. Recibieron en primer lugar alimentos,
más tarde 2.000 reales para edificar algo parecido a
una casa, y luego otros 7.500 reales en tres plazos para la
compra de herramientas y semillas".
En cuanto al origen, la mayor parte eran peones y braceros estaciónales.
Sólo dos de ellos provenían del comercio, dato
importante ya que una de las críticas más duras
a los Sin Tierra tiene que ver con su presunta incompetencia.
En efecto, los peones han sido siempre mantenidos en condiciones
sub laborales por miedo a sus posibles reivindicaciones, lo
que refuerza más aún su derecho a conseguir las
habilidades necesarias para gestionar una pequeña empresa.
En este sentido Adriana menciona un programa recientemente aplicado
en Paraná, Santa Catarina y Rio Grande, llamado "Tierra
solidaria". La financiación proviene de las cajas
federales y estatales, así como de fondos privados y
universitarios, y está destinado a los pequeños
agricultores con la finalidad de mejorar las técnicas
de cultivo.
Un gran propietario local, con quien pudimos hablar, definió
a los ocupantes como "muertos de hambre" que amenazaban
el derecho a la propiedad y a la economía del Estado.
Citaba declaraciones y estadísticas para sostener la
función insustituible de las grandes empresas. "Si
nosotros caemos, todo se cae". La defensa del latifundio,
de su historia, parece a algunos una misión indisolublemente
ligada a la tradición gaucha. "Los Sin Tierra, dado
que no saben cultivar, apenas pueden, venden la tierra y se
van". Una propietaria nos cuenta que sus campos fueron
ocupados diez años atrás por gente "sucia,
incapaz, y sin ganas de trabajar", y que "pasaron
de ser terrenos productivos a páramos".
Los estudios a nivel nacional sobre la evolución de
los asentamientos están aún en su fase inicial.
El MST cuenta con más de 6.000.000 de adherentes en todo
el Brasil y el número de las ocupaciones está
en constante aumento. Con cifras tan altas aparecen posibles
desviaciones e irregularidades, pero en general el movimiento
sorprende por su alto grado de organización y cohesión
interna. En el caso de la Alborada un 10% cambió su propiedad
o perdió la tierra. Algunos han conseguido, con el tiempo,
escasos grados de mecanización, pero el trabajo manual
sigue siendo la norma. Al tratarse de suelos poco productivos
y de una región árida, los cultivos más
frecuentes suelen ser arroz seco, mijo, papa, soja y poroto.
"Existe una comunidad y una asamblea en el asentamiento"
prosigue Adriana, "pero después del primer período
el espíritu solidario empezó a debilitarse".
Se discuten cuestiones comunes como las calles, el agua y la
luz -que llegó hace un año- pero hay escasa ayuda
mutua".
Es emblemático el caso del único cultivador que
consiguió poseer un tractor. Ahora lo alquila a los demás,
pero a precios que hacen murmurar a la comunidad. Se acusa a
los Sin Tierra de sub alquilar los campos, lo que en algunos
casos fue probado. Adriana confirma que los controles son escasos,
pero el fenómeno no parece afectar a la Alborada. Si
bien a nivel nacional muchas ocupaciones han mantenido indivisa
la tierra, en el municipio existen otros tres asentamientos
con organización plenamente individual. El más
antiguo de ellos tiene 12 años y empezó de hecho
de forma cooperativa para subdividirse más tarde en lotes,
tras disputas y acusaciones de robo. "A pesar de que el
proceso de individualización parece general, los viejos
militantes continúan reconociéndose en el MST
y no han cambiado su opción política".
Proseguimos hacia Santa Cruz con el deseo de comprender más.
A una veintena de quilómetros aparece a nuestra izquierda
un campamento de dos filas de carpas de celofán negro
con estructura de caña de bambú. El campo está
ordenado y limpio: una pobreza digna y no explicitada. Ondea
una bandera del Movimiento. Al centro un camino, que termina
cerca de un arroyo, donde unos niños chapotean en el
agua. Junto a las tiendas una alambrada delimita una enorme
propiedad en la que se cultiva soja. Nos acercamos, un poco
temerosos ante la posible acogida. Viene hacia nosotros un pequeño
grupo: "¿Hay algún responsable?"
preguntamos. "Aquí no hay jefes" responden
secamente.
El grupo se moviliza y se corre la voz. Nos preguntan sobre
los motivos de la visita y la orientación de nuestra
revista, tras lo cual aceptan el encuentro y se relaja la atmósfera.
Atravesando el campo encontramos un almacén de alimentos
que provienen del Estado, y una espartana aula de escuela. El
portavoz es un joven de veinte o veinticinco años, que
muestra una buena formación política, y costumbre
de hablar en público. Es el único que profesa
una pertenencia política: Partido Socialista Brasileño.
Nos sentamos en círculo bajo los árboles y empieza
la charla.
El campamento se formó el pasado mes de julio y acogió
320 familias. A excepción de dos núcleos de Paraná,
llegaron del interior del Estado, y se pusieron en contacto
a través del Movimiento. "Se trata" nos aclaran,
"de gente cuyas raíces están en el campo,
y que a él van a volver. Algunos desistieron, pero la
mayoría aguanta; según nos dicen, 47 de ellos
habrían conseguido la tierra. El sueño de la comunidad
sería la toma de Buen Retiro, un latifundio de 1.600
hectáreas, mantenido en buena parte en monocultivo.
En sus explicaciones recurren con insólita frecuencia
a los términos "solidaridad" y "conciencia
colectiva". Nuestros interlocutores demuestran el fervor
que parecía faltar en la Alborada. Se proponen en primer
lugar como grupo, como comunidad. Su proyecto prevé la
creación de una cooperativa: "nuestra fuerza es
nuestra unión". El campo recibe regularmente ayuda
del Estado: alimentos, asistencia médica y educación.
También hay una escuela itinerante, gestionada por docentes
del movimiento. El Gobierno se percibe presente; el aire local,
positivo. Pero este caso representa una excepción: la
situación del vecino Paraná parece muy dura, y
los tratos con Brasilia están cerca de la ruptura.
"¿Cuál es la relación con el Partido
de los Trabajadores?"
"Es buena, pero el movimiento es independiente de
él". La respuesta parece franca, pero contradice
lo expresado por los representantes de los Núcleos y
resulta indebida, dada la pertenencia de Xirú a una formación
aliada pero alternativa al PT. De hecho la compenetración
entre el partido y el movimiento parece, al menos en Río
Grande, evidente. Muchos todavía perciben el peligro
inherente de una dinámica de institucionalización.
La otra realidad vecina a los ST es la iglesia local. "La
Comisión Pastoral apoya la lucha" declara un poco
perentorio Xirú. En el campo encontramos familias católicas
y protestantes, que, en un espíritu ecuménico
hoy enterrado en Europa, celebran sus ceremonias juntas, con
un sacerdote de cada tendencia. A pesar de su ruptura con la
Iglesia, sigue siendo relevante la figura de Leonardo Boff.
Sus escritos, especialmente en los primeros años, han
representado una aportación fundamental al movimiento.
Uno de los presentes nos cuenta que es parte de una familia
de pioneros, ya que en el año 79, todavía chico,
participó en las ocupaciones. Muchos de los militantes,
aún habiendo adquirido la tierra, siguen participando
en las luchas, tratando de transmitir su experiencia a los nuevos
integrantes. El modelo al que se quiere llegar es a la democracia
de base. En el campamento conviven varios grupos, y en cada
uno de ellos se eligen dos representantes, que pasan a formar
parte de la coordinadora. Existe además una dirección
formada por varios miembros, pero el órgano más
importante sigue siendo la asamblea general, que se convoca
en función de las necesidades.
Después de años de conflictos con los ecologistas
y los pueblos originarios sobre la cuestión de la conservación
de la selva amazónica, los ST parecen haber rebajado
el tono. Es significativa la manifestación unitaria realizada
en abril de 2000 con ocasión de la celebración
del "descubrimiento" del Brasil. El impacto de la
agricultura industrial, y los problemas de la sustentabilidad
han devenido temas del debate interno. "La agricultura
orgánica puede competir con la química; la conciencia
individual está creciendo". La cuestión de
fondo está vinculada al poder que en América Latina
ejercen las multinacionales. El Parlamento está discutiendo
un Programa agro ecológico, pero aún se está
lejos de alcanzar un resultado. Significativa en este sentido
la posición favorable del gobierno de Río Grande,
que aprobó una serie de procedimientos contra la comercialización
de los transgénicos.
El hecho de tener poca experiencia de trabajo colectivo no parece
asustar a nuestros interlocutores. Están convencidos
que las experiencias que fracasaron en el pasado se debieron
a la ruptura de los vínculos solidarios. Se sienten protagonistas
de una causa que trasciende la dimensión contingente
y tienen ganas de demostrar la factibilidad del modelo por el
cual están luchando y que intentan definir en sus comisiones.
"La primera fase se concentrará en la subsistencia
alimentaria - arroz, trigo, mijo- valorando la mano de obra
familiar". Plantean orientarse gradualmente hacia el mercado:
el desarrollo de la cooperativa estaría ligado al "proceso
colectivo", al reforzamiento de los vínculos internos
de solidaridad. Surge una visión un poco idealizada de
la organización, que enfatiza mucho el sentido ético
y evoca la tradición guevarista.
Si bien se dan cuenta de la fuerza y de la causalidad de los
mecanismos económicos, y en particular de los efectos
de la globalización, rechazan el seguimiento de estrategias
determinadas. Se fijan en la "comprensión"
de las dinámicas del mercado. Su acercamiento, lleno
de optimismo, parece estar inspirado en la valorización
de las capacidades de los individuos y de los grupos: "Hay
personas que apenas saber firmar, pero que tienen en cambio
mucha experiencia de vida". Las historias individuales
y la forma de llegar al movimiento son distintas. Tienen en
común la voluntad de lucha, la reivindicación
de los derechos fundamentales y la fe en la potencialidad de
la unión y de la acción directa.
Massimo Annibale Rossi
Santa Maria, Rio Grande do Sul, Brasile
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac
Sanchez Costa
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