rivista anarchica
anno 31 n. 271
aprile 2001


"¿Conocen una forma de amor que no sea libre? ".
Conversando con Ruben Prieto

Dos palmeras imponentes enmarcan el portón, al lado de un letrero que nos explica: "Comunidad del Sur, experiencia cooperativa integral". Volvemos después de cinco meses: en Uruguay es pleno verano, el efecto es intenso. Teniendo aún en los ojos la monotonía del invierno, impresionan los matices de verde, las huertas y los cultivos ordenados. El paisaje se encuentra movido y entre los árboles adivinamos el complejo central y la morada, las habitaciones de dos pisos y la pagoda para los encuentros. Los predios más recientes son ejemplos de arquitectura biológica y tienen los muros perimetrales en ladrillos hechos de paja y tierra. La comunidad queda en la extrema periferia de Montevideo, inmersa en un barrio popular. A mirada perdida, bajas construcciones en prefabricado grueso, los techos frecuentemente en lámina. Las descargas abusivas de basura, dejan señales evidentes de degradación.
Rubén fundó la Comunidad con un grupo de universitarios de la Facultad de Bellas Artes mucho antes de que en Berkeley se produjeran las fatales chispas. Corría el año 55, y el primer núcleo surgió al lado de la Ciudad Vieja, en el entonces popular Barrio Sur. Desde aquel tiempo en el grupo ha habido profundas transformaciones, aparecieron nuevas generaciones, la sede cambió muchas veces de lugar. Los años de la dictadura vieron la comunidad resistir, pasando una violenta persecución que al fin le habría obligado a un largo exilio en Suecia. En los años 90, se retoma una experiencia única desde muchos puntos de vista. Encontramos a Rubén en un taller pequeño, que había hospedado recientemente un seminario ecológico. Al lado hay una exposición de los libros editados por Nordan, la editorial de la Comunidad. Charlar con él significa atraparlo en el incesante timbre del celular, y cortar por un tiempo la cadena de compromisos que como cada día lo mantendrá ocupado hasta tarde en la noche.

"¿Cuál fue tu primer contacto con el anarquismo?".

"Es difícil contestarte porque el hecho se pierde en la memoria. Yo creo que el relámpago originario está vinculado al encuentro con el movimiento estudiantil. Tenia 15, tal vez 17 años, y estaba en la secundaria. La relación se profundizó cuando empecé a participar activamente. Tengo además un recuerdo que sobresale en mi infancia, y que tiene que ver con los acontecimientos ocurridos en España, con lo que fue llamado la Guerra Civil Española, o Revolución Española, un cambio de terminología que implica una distinta interpretación de los acontecimientos históricos".

"¿Cómo se presentaba el movimiento libertario en los años 50?".

"Los centros universitarios eran lugares vivos: encuentros, confrontación, pero también diversión. Éramos jóvenes estudiantes, algunos, como yo, también trabajadores. Empecé a laborar muy temprano, a los 12 años, y aún no he parado…Esto me permitió adquirir una visión de la realidad distinta: era capaz de mantenerme y gestionar mi vida. La búsqueda de autonomía provocó que mi encuentro con el anarquismo fuera muy intenso. Quería conocer, aprender. No tengo un origen intelectual; mis padres eran trabajadores, campesinos expulsados de España por, entre otras cosas, el militarismo. Mi experiencia está vinculada a la vida de barrio. Más tarde me integré en el grupo estudiantil, en el cual encontraba mis amigos. Era una prueba viviente de la estrecha relación que unía en aquellos años los estudiantes al movimiento obrero.
Entre el fin de los años 40 y el inicio de los 50, los movimientos libertarios tuvieron en Uruguay un gran seguimiento. Los anarquistas tenían influencia en los sindicatos autónomos, los cuales se inspiraban en el sindicalismo revolucionario, en oposición a los reformistas. A nivel estudiantil, obrero y barrial, estábamos orgullosos de militar fuera de los partidos. Nuestras organizaciones exprimían posiciones independientes, lo que nos conducía a la elaboración de una nueva cultura, a una búsqueda centrada en las distintas formas asociativas. De aquí se originan los ateneos populares, las escuelas libres, la universidad popular… Había cursos de todo tipo.
Ese contexto exprimía una energía muy fuerte, que involucraba jóvenes que, como yo, estaban empezando a militar. Comencé a acercarme al mundo del teatro, a las artes plásticas y a tomar contactos que prepararon mi ingreso a la escuela de Bellas Artes. Comprendí entonces la relación que vinculaba la creación artística con la creación social. La posibilidad de hacer de la vida misma una obra de arte. No se trataba de afiliarse, sino de ponerse en juego. Teníamos claro que no existían modelos: igual que para un cuadro, una escultura o la música, también la creación social precisaba encontrar nuevas vías. Precisaba superar la repetición de formas instituidas y aburridas. Esto me recuerda lo que Malatesta escribió respecto a la libre experimentación".

"Especialmente en Europa, la crisis del movimiento anarquista se generaliza al terminar de la Revolución Española. Por tus palabras me parece comprender que en Uruguay la evolución fue diferente: ¿cómo se desarrollaron los hechos en el periodo sucesivo al advenimiento de la dictadura?".

"Lo que decís me hace pensar… En efecto nosotros recibimos entonces una inmigración muy cualificada. Los libertarios que llegaron de España fueron a su vez precedidos de los exiliados del fascismo italiano. Entre ellos se nombraban Luigi y Luce Fabbri. Los exiliados encontraban en Uruguay un ambiente favorable, fértil, lo cual habría producido semillas. Por otro lado la Revolución Española nutrió nuestro imaginario colectivo. Nosotros cantábamos 'Hijo del pueblo', 'Negra tormenta', 'A las barricadas' y el entusiasmo nacía del encuentro con gente que había luchado por sus ideas hasta las ultimas consecuencias. Esto nos transmitía una gran fuerza.
El evento fundamental para la evolución sucesiva fue la Revolución Cubana. El guevarismo en realidad representaba lo opuesto a lo que nosotros creíamos. Más que una revolución animada por movimientos populares, más que el método autogestionario, Cuba seguía el mito del grupo heroico. La insurrección se transformaba en una apoteosis de figuras excepcionales. 'Los padres de la patria', 'los padres de la Revolución', 'los padres del socialismo'. Nosotros, en cambio, no queríamos padres, sino que queríamos ser padres de nosotros mismos. La Revolución Cubana, que aún así merecía nuestro apoyo como reacción a una dictadura sangrienta, polarizó la opinión de la gente. Prevalecía la idea de que el cambio debía ser consecuencia de la acción armada de unos pocos, que subiendo a la Sierra Maestra habrían liberado al pueblo. Esta interpretación que negaba la heroicidad de la vida cotidiana adquirió mucha fuerza, y habría inspirado a las guerrillas latinoamericanas.
En el caso uruguayo inspiró a los Tupamaros, que nosotros veíamos aún con simpatía, y con los cuales en alguna medida colaboramos. Su lógica también conducía a debilitar las instancias de autonomía del tejido social, y a concentrarse en las formas militares estratégicamente eficaces. Estaban convencidos de ser los únicos en condiciones de provocar el cambio. Así terminamos en una situación con pocas vías de salida: si tuviéramos mala suerte y perdiéramos, seriamos derrotados; si tuviéramos la suerte de ganar, igualmente seríamos derrotados. Visión que surgía de la conciencia de encontrarse frente a procesos que serían traducidos en nuevas estructuras de poder".

"El mito del comandante, del jefe máximo, del padre de la revolución: dinámicas que representan la antitesis de la visión anarquista de la vida social. ¿Cómo ha podido ocurrir que muchos anarquistas encontraran en la Revolución Cubana un modelo a seguir?".

"Los anarquistas son personas; como los demás; son influenciables. Pienso en Foucault, en su reflexión sobre la 'tecnología del yo'. Muchos compañeros, a pesar de su adhesión a la idea de la democracia participativa, estaban involucrados en el sistema de valores del 'poder pastoral'. Desde este punto de vista, la sociedad sería un rebaño conducido hasta el bien por los sabios, los cuales comprenden el sentido de la historia y de la ética. En el imaginario cristiano la auto percepción negativa está muy presente: 'soy un pobre ser pecaminoso, y para redimirme preciso alguien que me ayude a conocerme, me asigne una penitencia y me libere'. Este pensamiento sobre la interioridad se traduce en una forma particular de entender las relaciones. La Revolución Cubana era interpretada como el advenimiento de apóstoles que habrían rescatado a la humanidad. Unos anarquistas pensaron que había llegado el momento de unirse a ellos, pero se identificaron con los pastores.
La idea de la división entre los dirigidos y los directores genera un equívoco fundamental. La gente, sin actuar en primera persona, busca alguien que pueda mejorar sus condiciones y la Revolución Cubana, como antes la Rusa, ocupó este espacio mental: 'las ideas anarquistas son interesantes, pero se precisa acelerar la historia: es un tren que no se puede perder'. En la Revolución Española fue necesario acelerar el tren haciendo al mismo tiempo la historia. Pero la historia se hacía realmente con la gente y con los sindicatos ocupando fábricas y tierras, creando colectividad. También en España todo eso se produjo con el trámite de la toma del poder. La dinámica proponía el dilema libertario: mantener una línea coherentemente anti autoritaria aceptando los riesgos inherentes, o adherir a la lógica del compromiso.
La Federación Anarquista que habíamos armado en el año 55 vivió plenamente el conflicto. Nos dividimos entre los que pensaban que era necesario seguir el camino pastoral y nosotros, convencidos de que la autogestión no se puede decretar. Algunos empezaron a pensar que en el proceso fuera imprescindible la insurrección armada de las vanguardias. El cambio fue gradual, y bajo la influencia del guevarismo se acentuó la idea de una dirección estructurada. La Federación, en contradicción con su alma federalista, hubiera debido centralizarse. Eso lo destruyó todo.
Nosotros estábamos convencidos de la necesidad de poner en marcha procesos fundados en una concepción ética y de insertarlos en un movimiento vivo, tratando de contaminar la sociedad. De esos presupuestos nace la Comunidad del Sur. Nos proponíamos concretar los ideales de igualdad y sociabilidad en un espacio liberado. Un espacio donde experimentar las ideas que aún hoy nos inspiran cuando hablamos de anarquismo".

"¿Entonces lograste en el intento crear un espacio liberado y liberador?".

"Lo alcanzamos por momentos. Ahora sé que es imposible mantener en el tiempo y en un mar de autoritarismo niveles tan radicales. En seguida la lucha entre la gestión directa y la estructura de dominación se agudizó. Como diría Luigi Fabbri, 'aumentó la tensión entre acción revolucionaria y acción contrarrevolucionaria'. La dictadura militar fue una expresión de esta lucha. La idea de la toma del poder para la realización de la sociedad libre y la de la conservación violenta del poder tienen en común el mecanismo de uso. Lo que se niega es el proceso de creación social. Proceso que no creo que ningún grupo guerrillero pueda favorecer, ya que método y condiciones son de dominación y gestión vertical. La revolución está en otro lugar. La revolución está en el cambio de las relaciones sociales.
La Comunidad en sus momentos más brillantes representó un espacio donde realizar lo mejor que juntos pudimos exprimir. Los resultados fueron inciertos porque la autogestión no puede garantizar nada. No hace falta 20, 1.500 o 7.000 Che Guevara; precisan otros tipos de personas. Se trata de un proceso de construcción diferente. Respecto al arte, Picasso fue único. Pero en el arte africano los Picasso no emergen: la gente precisa apretar un lindo objeto en las manos y esto es suficiente para crear. Hasta que no se produzca un cambio cultural, ninguna comunidad o sindicato podrá estabilizar un espacio liberado y liberante. Esto pasa porque las creaciones anarquistas, grandes o pequeñas, nacen inactuales. Nacen prematuras, contracorriente y sin tener los anticuerpos que le aseguren la supervivencia. Se desarrollan en un ambiente contaminado que genera un riesgo constante de destrucción. La comunidad es un taller para la revolución en el cual se realiza, se fracasa, se reconstruye. Nacen ideas y experiencias, pero las experiencias degeneran, y así precisan ser regeneradas. El proceso autogestionario necesita ser incesantemente adecuado a la situación contingente; creo que las palabras clave sean 'autonomía' y 'creatividad permanente'".

"Este discurso remite a las 'celebraciones' por el 45o aniversario. Entonces hablamos de la tendencia a hacer de la Comunidad un mito, poniendo los compañeros que viven en ella en una situación difícil. ¿Cuál es, desde tu punto de vista y en las varias fases, el aporte real que alcanzaste portar al exterior?".

"Yo estoy convencido de que todo es dialéctico: la comunidad, como cualquier otra realización, se debate entre la posibilidad de lo nuevo y la resistencia de lo viejo. En el grupo, como en el interior de cada persona y en lo ambiente donde la experiencia se desarrolla, ocurre el conflicto. Una de nuestras ideas fundamentales se refiere a una sociedad donde la propiedad sea superada. Hablar de propiedad colectiva es una contradicción: los bienes de la naturaleza deben estar al alcance de todos y distribuidos mediante formas organizativas concebidas colectivamente. Hemos vivido con orgullo el hecho de haber mantenido libre acceso a los bienes fundamentales para la vida. Tomabas lo que necesitabas para comer. Eras dueño de las máquinas para la producción, de los instrumentos educativos para tus hijos. En la comunidad no había formas de propiedad individual: tanto en lo político como en lo económico. He vivido esta situación en lo concreto, experimentando cómo la propiedad es un impedimento a las libres relaciones humanas. Otro aspecto que me parece significativo se refiere a lo que llamamos paternidad compartida. En este sentido la Comunidad realizó una experimentación muy rica y profunda, que mudó su carácter varias veces en el tiempo. Buscábamos crear una alternativa, en cuanto nos parecía que, en particular la familia nuclear, es un instrumento de transmisión de la dominación. La Comunidad favorecía el libre proceso de desarrollo de la personalidad infantil con el tramite de sus métodos educativos, y la superación de las tareas fijas de los padres.

"?Piensas que los resultados de esta experiencia fueron realmente comunicados al exterior?".

"No es frecuente para nosotros la sensación de que los demás comprendan. Eso depende de la real disponibilidad. Experimento la resistencia a aceptar el discurso sobre la propiedad porque la gente que nos observa quiere ser propietaria. Quiere cerrarse en su propia familia, sin particulares investigaciones sobre la educación alterativa: el sentimiento más profundo de resistencia al cambio se refiere a la propiedad de los hijos y a la sagrada familia. Resistencia que también se manifestó en nuestro interior. Este discurso esta vinculado en la fe en el amor libre y en las preguntas que esto plantea. Si las uniones se fundan en el amor recíproco, o quizás en las propiedades, los compromisos, los hijos. La propiedad debilita las potencialidades de relación de las personas, aumentando el riesgo de quedar juntos por las necesidades materiales o porque se ve a los hijos como la prolongación de nosotros mismos. Dinámicas que caían en pedazos en la practica cotidiana de la vida comunitaria.
Incomprensiblemente, se nos ofrecieron muy pocas posibilidades para hablar de nuestra experiencia. Los anarquistas, que deberían ser nuestros interlocutores naturales, demostraban escaso interés. La pregunta '?que le pasa a un grupo de seres humanos que comparten la propiedad?' podía ser puesta sólo a una tribu amazónica. Nosotros precisábamos la confrontación, pero nunca en las conferencias internacionales alcanzamos fijar el discurso en las relaciones humanas".

"Paradójicamente la pregunta sobre el amor libre te la hicieron los militares".

"Sí, es una paradoja. Los militares sabían de nuestro grupo; estando yo detenido, pensaron sacarse unas curiosidades. Su expectativa hacia el amor libre era meramente pornográfica. Lo que aún no representa una visión rara. Los hombres en particular parecen convencidos de que en una condición comunitaria podrían llevar a cabo todas sus fantasías. Se les hace la boca de saliva… Era noche entrada, no sé que hora sería, porque estaba en incomunicado. Se presentó al portón de la celda un grupo de oficiales. Me pidieron que me vendara los ojos, y entraron. Manos atadas, completa oscuridad, empezaron a hacer insinuaciones sobre las costumbres de la comunidad. Luego me preguntaron de hablar del amor libre. Contesté con una segunda pregunta: '?y ustedes conocen una forma de amor que no sea libre?.' Se produjo un silencio espeso, dijeron un seco 'buenas noches', y salieron".

"Hemos hablado de la familia como si existiera solo la tradicional. El ultimo articulo de Luce Fabbri trataba este tema. ¿Entonces vivir el anarquismo en la familia es una aberración o una potencialidad?".

"Esta discusión con Luce tiene una larga historia. Creo que es posible que una pareja con características muy particulares pueda llegar a crear a su interior un espacio libertario. En general todavía el amor pasional dura poco. Cuando nosotros pensábamos en crear una alternativa no nos referíamos tanto al placer individual como a la función de transmitir la cultura a las nuevas generaciones. Crear una cultura que se origine en la solidaridad y a autonomía como valores básicos".

"Déjame comprender: ¿estas diciendo que Luce en realidad hablaba de su familia, poniéndola como un paradigma?".

"La familia es actualmente el lugar en el cual se perpetúan los mecanismos de dominación. Su estructura es incompatible con la necesidad de abrirse a funciones sociales más amplias y con un proceso de desarrollo equilibrado de la personalidad infantil. Actualmente y en general la familia es un foco de violencia".

"¿Cómo era tu familia de origen?".

"Fue una familia como la de Luce Fabbri: rica en comunicación y en relaciones. Pienso que mis padres tenían un proyecto individual que coincidía con un proyecto colectivo. Una modalidad armónica de enfrentar la vida y educar a los hijos, pero eso fue más una casualidad que un reflejo de la norma. La Comunidad representó una tentativa de crear un espacio alternativo a la familia. Pero la gente no está habituada al hecho de que alguien salga de los recorridos establecidos, ni a la gestión de las relativas contradicciones. Recibimos criticas muy duras, y también en nuestro interior se formó una fuerte resistencia. Si en las asambleas el clima se hacía tenso, si chocábamos entre nosotros, al final se colaboraba porque necesitábamos garantizar la supervivencia. En realidad la libre experimentación es aceptada por la sociedad sólo en el ámbito técnico científico. Cuando un grupo decide organizase y educa sus hijos de una forma alterativa, aparece un montón de dificultades.
Respecto al '¿qué hacer?', no son tan importantes las respuestas unívocas, cuanto la practica de búsqueda. Si cada uno se hace la pregunta, se inventarán mil formas y recorridos y se alcanzará una gran riqueza de soluciones. Para nosotros la familia representa una estructura limitante. En comparación con la comunidad comporta pobreza de modelos: un padre, y una madre con los cuales se puede estar más o menos de acuerdo. Además, ahora el mecanismo parece trabado: la familia está en crisis. Los jóvenes no tienen más referencias, no tienen modelos para imitar o rechazar, así adhieren a los standardes propuestos por la media. Nosotros habíamos pensado siempre que se debían garantizar las condiciones para el pleno desarrollo de las potencialidades humanas. La comunidad podía ofrecer una pluralidad de modelos, de la cual los niños habrían tomado para construir su propia personalidad".

"Hemos hablado de la familia tradicional y de la familia harmónica, concluyendo que esta representa una excepción. Desde este punto de vista se puede afirmar que también la comunidad armónica representa una excepción. Un ejemplo de ello está representado por los problemas evidenciados por los hijos de la contestación. La mayor parte de las experiencias comunitarias nacidas en Europa y USA terminaron con un fracaso. Si el problema de la armonía se pone también en la comunidad, ¿se puede afirmar que esta, respecto a la familia, tenga mayores potencialidades?".

"La comparación es difícil, porque se refiere a realidades con una historia muy diferente. La familia como modelo ha demostrado históricamente su potencialidad y sus limites. La comunidad aún no. Por otro lado, el hecho de que una pareja hippie haya vivido 5, 6 o 11 años con otros, no demuestra que haya madurado una real experiencia comunitaria. Se trata de pequeñas experimentaciones, trozos de vida de las personas. Respecto a las diferencias, me parece interesante el ejemplo de los hijos de padres separados. Si en la Comunidad los padres biológicos interrumpían la relación personal, el niño estaba sostenido por la riqueza de vinculaciones y relaciones que aquella vida comportaba. La estructura social en el complexo no venía comprometida y él podía seguir en el propio nicho, con los mismos valores y seguridad de antes. El mismo hecho en una familia nuclear se habría transformado en una tragedia. Un proceso de socialización implica tiempos de desarrollo adecuados. Los teóricos con los cuales nos confrontamos, subrayaban como se podría hablar de hijos de una experiencia autogestionaria solo llegando a la tercera generación".

"En este sentido, ¿no te parece que en la vida de barrio o de pueblo, cuando existe una sociabilidad fuerte, se desarrollan formas de paternidad compartidas?".

"La paternidad compartida siempre existió. Mis padres, quienes venían de un pequeño pueblo de España, tenían muchos valores en común con los que nosotros conscientemente tratamos de aplicar en la comunidad. La prioridad en las relaciones que se da en una sociedad a escala humana no es compatible con la vida en las grandes ciudades, concentrada en el anonimato. Nosotros nos preguntábamos cuales serían las dimensiones y la tipología de asentamiento adecuados para una experiencia social autogestionaria. La dimensión del barrio y el pueblo parecen representar una posibilidad concreta. Las metrópolis se adaptan mejor a la visión del mundo del fascismo, porque producen violencia y de esa manera favorecen la emersión de instituciones verticales y militares. Si queremos otra cosa, tenemos que inventar ámbitos de vida que hagan concreta la perspectiva de autogestión. La Comunidad del Sur, como pequeño grupo, no puede ser el modelo. El modelo es una comunidad de comunidades".

"Volviendo a la historia reciente del movimiento: ¿cómo enfrontó y cuáles fueron las consecuencias dela dictadura?".

"Gustav Landauer sostenía que la dictadura representa una respuesta a una situación que amenaza la forma social instituida. La dictadura en Uruguay dejó clara la debilidad de los anarquistas, y de los movimientos sociales en general. No tuvimos la fuerza para resistir, no solamente por el perfil del enemigo, sino también por las carencias organizativas, contradicciones y contraposiciones internas al frente de oposición. No conseguimos elaborar una respuesta, y sufrimos los hechos. Siguió la cárcel y el exilio: el fin del enemigo pasó a ser nuestra eliminación. En aquella fase más honda se revela la capacidad de resistir, más duras son las amenazas. El movimiento sufrió muchísimo con la dictadura, y se redujo a débiles formas, ligados con vínculos inestables a los otros grupos. A la vuelta de la democracia, se asiste a la plena represa a los partidos tradicionales. Las fuerzas tradicionales adoptaron estrategias de compromiso que debilitaron el potencial revolucionario.
Cuando la dictadura empezó a arruinarse, la izquierda estuvo dispuesta a negociar la transición: la esperanza de un cambio social se acabó. Como en España, el Frente quedo unido y con una cierta fuerza hasta que fue necesario combatirlo. Luego los partidos se concentraron en la inminente gestión de los negocios de poder. Los anarquistas mantuvieron una posición critica, pero no alcanzaron incidir como habían hecho en los años 50".

"En síntesis el movimiento salió muy debilitado tras la dictadura…".

"Sí, muy debilitado. Y paradójicamente el proceso se agudizó con la caída del muro de Berlín. A pesar de que los anarquistas nunca hubieron adherido al mito de la dictadura del proletariado, el movimiento no consiguió emerger con su propia visión. Fuimos atropellados por la confusión. En la fase actual las ideas libertarias están aun presentes en el pensamiento de muchos teóricos, y en la acción de los movimientos sociales".

"En un mundo en el que la división internacional del trabajo y el proceso de expansión del mercado global parece haber llegado a su apoteosis, ¿qué perspectivas se dan para el humanismo anarquista?".

"Tengo grandes perplejidades: la situación no parece andar por el buen camino. Creo que aún existe materia útil para el cambio social: la gente está llevada a poner en discusión la realidad. A diferencia que en otras épocas, cuando nosotros éramos considerados locos, ahora parece evidente que la locura pertenece a esta realidad. El aumento del miedo, de las consecuencias del desarrollo tecnológico y de la manipulación genética es un hecho positivo. Positivo porque conduce a poner la pregunta de fondo: ¿cómo salir de este espiral?".

Massimo Annibale Rossi
Montevideo - Buenos Aires
Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac Sanchez Costa